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Actualizado: 15 de julio de 2025


Y repitiendo a Febrer una vez más la conveniencia de que le guardase como compañero, echó las piernas fuera de la ventana, apoyó su vientre en el alféizar, y se deslizó por el muro. El payés, al entrar en la torre, habló sin ninguna emoción del suceso de la noche anterior, como si fuese un hecho normal que sólo alteraba levemente la monotonía de la vida del campo.

Debía ser sombrío su sueño, porque su entrecejo estaba fruncido, corría abundante sudor por su frente morena, y su boca sonrosada y de formas voluptuosas, levemente entreabierta, dejaba salir un sobrealiento poderoso y ronco.

La corriente del rio Grande me ha presentado aluviones hasta la confluencia del rio Piray; pero muy luego hame ofrecido este por todas partes arcillas cenagosas, ó levemente pegajosas, amarillentas ó rojizas, las cuales componen todo el álbeo del rio y sus ribazos.

Pasaban misteriosas parejas por detrás de los macizos de árboles, unidas por dulce intimidad, con paso recatado, cuchicheando levemente y buscando un lugar a propósito para aislarse de otros a quienes la cita nocturna llevaba también allí. Esto sublevó a Juanito.

Los jóvenes no responden, y Martín toma su silencio por una aquiescencia. Bueno, vamos. Se levanta. Gertrudis se despereza con semblante aburrido, mira a Juan con vacilación; después dice meneando la cabeza. No tengo ganas. ¿Qué es eso? exclama Martín completamente atónito. ¿Desde cuándo no tienes ganas de bailar? ¿Todavía estáis reñidos, eh? Juan se ríe levemente, y Gertrudis vuelve la cabeza.

Lo ignoro. Pero ella se puso muy encarnada y creció su rubor cuando vio que yo bajaba y me acercaba a ellas. Y cuando mi tía, después de darme un beso, le pasó mi corona invitándola a felicitarme, se desconcertó por completo. No estoy bien seguro de lo que me dijo para atestiguar que experimentaba una gran satisfacción y me felicitó en los términos que son de uso. Su mano temblaba levemente.

Ella se ruborizó levemente, un ligero estremecimiento agitó sus hombros como si de súbito sintiera frío e interrumpiéndose en medio de una frase insignificante, se acercó a la butaca que antes ocupaba y con la mayor naturalidad del mundo tomó una manteleta de encaje y se cubrió con ella.

Por cierto que uno de ellos le costó un lance de honor, del cual salió levemente herido; pero esto le hizo ganar prestigio entre el sexo femenino. Últimamente, tuvo la mala ventura de ligarse a una mujer no joven, ni bella, ni rica, pero tan hábil y experta, de tal infernal atractivo, que en poco tiempo logró atarle de pies y manos, tenerle rendido y sumiso a sus pies como un esclavo.

Hablaba con los conocidos, sonriendo a todo el mundo con su especial modestia, que le hacía más extraño que simpático en una sociedad donde los modales fríos y levemente desdeñosos son signo de elevación y grandeza. Vivía el joven entomólogo, desde hacía tiempo, en un delicioso aturdimiento, una especie de sueño de oro, como algunas veces suelen tenerlos las personas de condición más humilde.

Acaso... repuso el joven sonriendo y ruborizándose levemente. ¿Tendría usted fuerzas para alejarse de ella por una temporada? La frente del enfermo se arrugó, y sus ojos adquirieron expresión fija y dura. No deseo otra cosa. Perfectamente... ¿Y pudiera usted también dejar sus negocios y pasar una larga temporada en el campo, sin hacer absolutamente nada? Creo que . Entonces nos hemos salvado.

Palabra del Dia

buque

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