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Y todos los valientes que allí se encontraban, levantando la cabeza, gritaron: ¡Animo, señora Lefèvre! Entonces, la pobre mujer, dominada por tantas emociones, rompió a llorar, apoyándose en el hombro de Juan Claudio; pero éste la tomó en sus brazos como una pluma y salió corriendo a lo largo del muro, a la derecha; Luisa les seguía sollozando.

»¿Quién ha roto este jarrón? »Carlos permaneció silencioso. »¿Quién ha roto este jarrón? repitió el Duque con voz imperiosa, levantando el bastón. »¡He sido yo! repuso tímidamente el generoso Carlos. »Disponíase el Duque a golpearle, cuando apareció Teobaldo.

Desde el balcón, levantando un poquito la cortina, seguíale con la vista cuando iba al café con el cigarro en la boca. Y después que daba la vuelta a la esquina, todavía contemplaba, hasta que se disipaba en el aire, la última bocanada de humo que había soltado.

Y abrió muy presuroso de par en par las dos puertas del salón, levantando la cortina de terciopelo para dar paso a la dama; atravesó esta rápidamente la pieza, abrió por misma la puerta de un gabinete y no se detuvo hasta llegar al despacho de Jacobo, como si todo aquello le fuese muy conocido.

¡Si te he visto hace un momento desde el cuarto de Pablo por el agujero de la llave!... A no se me escapa nada... Eso está muy mal hecho si es que no la quieres... Y si la quieres está muy mal hecho lo que haces conmigo... ¿No estás bien segura aún de que sola posees mi corazón? dijo el joven levantando sus ojos apasionados hacia ella. No.

¿No hay médico aquí? murmuró. Aquí no, ni en diez leguas a la redonda; pero buscaremos. Esa tarde llegó el correo cuando estaban solos en el comedor, y Nébel abrió una carta. ¿Noticias? preguntó Lidia levantando inquieta los ojos a él. repuso Nébel, prosiguiendo la lectura. ¿Del médico? volvió Lidia al rato, más ansiosa aún. No, de mi mujer repuso él con la voz dura, sin levantar los ojos.

Es allí donde vagan ciento ó doscientos mil obreros sin trabajo, levantando su triste clamoreo por do quiera, ostentando sus harapos, pidiendo limosna á todo el mundo, aplacando el pesar con la embriaguez, y ofreciendo en sus riñas, sus escenas de pugilato y sus mil actos de brutalidad salvaje el espectáculo de la cólera, la degradacion y la miseria á que la falta de trabajo, la absoluta ignorancia y los vicios de la ociosidad los han conducido.

El día era hermoso; un verdadero domingo de Pascua. La primavera enardecía la sangre, y la ciudad entera, solemnizando la vuelta del buen tiempo, lanzábase al campo, levantando en él un rumor de avispero.

No hay cosa más ridícula que andar dibujando tajos en el aire y haciendo ruido con los sables como en el teatro. Un buen golpe recto, partiendo de la inmovilidad, ¡esa es la manera de concluir pronto! Murió Alvarito, Dios le tenga en gloria; Bebamos una copa a su memoria. volvió a cantar Rafael con voz engolada levantando la copa de champagne.

Lanzábanlo con grande fuerza sobre las damas que pasaban, y asustadas ellas con el ruido, encogíanse prontamente, levantando la cabeza; entonces, si eran jóvenes y bonitas, arrojábanles una lluvia de dulces y flores; si eran viejas o feas, sacábanles la lengua con la mayor insolencia.