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Mientras tanto, don Carlos casi ayudaba á incorporarse á Manos Duras. ¡Levántate, hijo de... para que no digas que te mato sin defensa! Saca tu facón y pelea. El cuchillo lo tenía ya en la mano el gaucho, pero Rojas no lo había visto, turbado por el goce feroz de encontrar finalmente á ese hombre al alcance de su diestra.

Y el Señor dijo: Yo Soy Jesús, a quien persigues. 16 Mas levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto te he aparecido, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que apareceré a ti; 17 librándote de este pueblo y de los gentiles, a los cuales ahora te envío,

5 Estaba yo en la ciudad de Jope orando, y vi en rapto de entendimiento una visión: un vaso, como un gran lienzo, que descendía, que por los cuatro cabos era bajado del cielo, y venía hasta . 6 En el cual cuando puse los ojos, consideré y vi animales terrestres de cuatro pies, y fieras, y reptiles, y aves del cielo. 7 Y una voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come.

40 Entonces echados fuera todos, Pedro puesto de rodillas, oró; y vuelto al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y viendo a Pedro, se incorporó. 41 Y él le dio la mano, y la levantó; entonces llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva. 42 Esto fue notorio por toda Jope; y creyeron muchos en el Señor.

Ve a entrevistarte con él, y concierta el duelo para mañana. ¡Nos batiremos a sable! Pero, desdichado, ¿qué harás con un sable? No dudo de tu valor, pero te digo, sin que mis palabras te ofendan, que no tienes la fuerza de Pons. ¡Qué importa eso! Levántate y ve a decirle que tenga a mi disposición su nariz mañana por la mañana.

Y un día, vendrá así la mujer a quien perdí; en su inocencia, me pedirá perdón, y yo le diré: «Levántate, mujer. eres quien debe perdonarme. Heme aquí a tus plantasAsí pensaba yo entonces..., y luego..., muchos años. Y he llevado siempre conmigo la imagen de la mujer, la imagen anterior a su desdicha y a la mía; y no pudiendo hacerla mi amada, hice de ella mi hermana.

Señora murmuró la Nela yo no la aborrezco a usted, no... no la aborrezco.... Al contrario, la quiero mucho, la adoro. Diciéndolo, tomó el borde del vestido de Florentina, y llevándolo a sus secos labios lo besó ardientemente. ¿Y quién puede creer que me aborreces? dijo la de Penáguilas llena de confusión . Ya que me quieres. Pero me das miedo... levántate.

La madre no le dice levántate; le dice ¡calla! Este cuadro es de una elocuencia arrebatadora; de una intencion sentida, concienzuda y fuerte. No hay espacio alguno entre la vista y la emocion. El sentimiento arrolla al juicio, lo absorbe, lo anonada: el juicio cae de rodillas y adora.

1 Y habló Eliseo a aquella mujer a cuyo hijo había hecho vivir, diciendo: Levántate, vete y toda tu casa a vivir donde pudieres; porque el SE

Yo la quiero a usted mucho, la adoro repitió Marianela besando los pies de la señorita pero no puedo, no puedo.... ¿Qué no puedes?... Levántate, por amor de Dios. Florentina extendió sus brazos para levantarla; pero sin necesidad de ser sostenida, la Nela levatose de un salto, y poniéndose rápidamente a bastante distancia, exclamó bañada en lágrimas: No puedo, señorita mía, no puedo.