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Actualizado: 9 de julio de 2025


El caso es, a la presente, que Leto llevaba de calle al Ayudante; que el Ayudante se picaba; que Leto se defendía a su manera; que el fiscal y sus colaterales les embrollaban el pleito para enzarzarlos más en él; que el pinche dio una vuelta a los tornillos de los reverberos, porque ya no se veía lo necesario para jugar la última mesa comenzada del último partido; y que en este estado de cosas se marcharon los dos amigos de Maravillas; se sentó éste junto al velador más próximo al billar por el lado de cabaña, y «variando de conversación», preguntó el fiscal al mozo farmacéutico que engredaba la suela de su taco en aquel instante, después de haberse limpiado el sudor de la frente con una manga de su camisa, si había ido a visitar al Macedonio.

Por de pronto le dejé en dudas y no aguardé a más. Pero ¡ay, Leto! cuando salí a la mesa... figúrese usted con qué ánimos saldría y con qué ganas de comer y con qué trazas; pues, por mucho que quise componerme y arreglarme de manera que se borraran las marcas de lo pasado, ¡eran tan hondas!

¡Qué dibujos ni qué carape! ¡Bueno estaba Leto ya para entender en cosa alguna sino en el asunto del clavel que se le había caído a ella de la boca!

Se apunta este dato como una de las más visibles pruebas de que no andaban muy acertados los señores de Peleches en el supuesto de que a Leto le mortificaba aquella vida en que le traían metido.

Eso es. Por otra parte, estaba enamorado de nuestra bahía, que ya sabe usted que es de lo mejor del mundo, dicho y confesado por inteligentes extranjeros... ¡caray, si es cosa buena! y estando enamorado de la bahía y de la afición y el arte de Leto, no pudiendo adquirir aquí una embarcación a su gusto, hizo traer, a fuerza de dinero para que llegara pronto, un hermoso yacht de regatas que él tenía en su país.

En el centro del copete del más grande de los armarios, había una chapa de metal bruñido, con dos nombres grabados sobre una fecha. Señalando a los nombres, dijo Leto: Este es el blasón de nobleza del balandro: Mr. Watson y Mr.

Ya tienes tu ramo de helechos y manzanilla atravesado en el pecho, como la banda de una gran cruz, y tu manojito en el pelo, y tu ramillete en la mano. ¿Y después? Después, y también antes, de rato en rato, veré lo que va dibujando Leto, y cómo cazan ustedes... hasta que llegue la comida, que de seguro llegará mucho antes de que pueda yo empezar a aburrirme.

Por visto, señores, por visto dijo resueltamente Bermúdez . ¡Canástoles! para prueba sobra con esto, que no es poco, sin necesidad de que tentemos a Dios. Nieves y Leto, y hasta Cornias que atendía a la escena medio sentado arriba sobre el tejadillo del tambucho, se echaron a reír.

Leto empezó a creer que no había modo de resistirla ni de engañarla... Pues las tres tablas dijo ; pero ¡muchísimo cuidado, Nieves! Y se dispuso a complacerla, comenzando por olvidarla para no ser más que barco inteligente.

Hecha la maniobra en regla, hinchóse la extensa lona, y cayó el barco al lado opuesto, navegando ya. No hay que asustarse, Nieves dijo Leto sonriendo al notar en ella, y particularmente en su padre, cierto movimiento de desagrado : es el saludo del Flash a la llegada del viento.

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