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Actualizado: 18 de junio de 2025
Solía Leonor despertarse cuando su madre estaba contemplándola de esta manera; y entreabriendo dichosamente los ojos amantes y atrayéndola a sí con sus brazos, se dormía otra vez, con la cabeza de su madre entre ellos; de su madre que apenas dormía.
De todas partes quería sacar provecho don Frutos, y prueba de ello es que decía, por ejemplo: «Que Manrique se enamora de Leonor, y que el conde también se enamora, y se la disputan hasta que ella y el perdulario del poeta amén de la gitana, se van al otro barrio, ¿y qué? ¿qué enseña eso? ¿qué vamos aprendiendo? ¿qué voy yo ganando con eso? Nada».
Si nos admira en este drama el desarrollo de la fábula, por el ingenio delicado de su autor, no nos encanta menos su argumento principal por los caracteres de Don Carlos y de Leonor, trazados con tanta fuerza como gracia: el del uno, de nobles y magnánimos pensamientos, y arrastrado, no obstante, por esas mismas cualidades á concebir sospechas injustas, y el de Leonor, por su dulzura y por su afecto constante á aquél, que tanto la ofende.
Yo no iré, mamá, yo no iré le decía Leonor al oído , sin que lo oyese la directora; aunque ya Leonor le había dicho a esta que, si quería doña Andrea, ella quería ir.
La admiración de todo el mercado la seguía a través de los puestos. ¡Así, señoreta! gritaban las vendedoras. ¡Vinga, doña Leonor! decían otras llamándola por su nombre para demostrar mayor intimidad.
La besó, la abrazó, se la apretó contra el corazón: «Ven, pobrecita: ven, que esos malos te dejaron aquí sola: tú no estás fea, no, aunque no tengas más que una trenza: la fea es ésa, la que han traído hoy, la de los ojos que no hablan: dime, Leonor, dime, ¿tú pensaste en mí?: mira el ramo que te traje, un ramo de nomeolvides, de los más lindos del jardín: ¡así, en el pecho! ¡ésta es mi muñeca linda! ¿y no has llorado? ¡te dejaron tan sola! ¡no me mires así, porque voy a llorar yo! ¡no, tú no tienes frío! ¡aquí conmigo, en mi almohada, verás como te calientas! ¡y me quitaron, para que no me hiciera daño, el dulce que te traía! ¡así, así, bien arropadita! ¡a ver, mi beso, antes de dormirte! ¡ahora, la lámpara baja! ¡y a dormir, abrazadas las dos! ¡te quiero, porque no te quieren!»
Aquella noche hubo baile en la ALJAFERIA, y se desposó Doña Leonor de Villena con D. Anton de Cardona, hermano del Conde de este título. Así mismo se celebró la fiesta del casamiento de Doña Leonor hermana de Garcia Fernandez Manrique con el conde de Quírra.
«Ese pobre Miquis decía es un buen muchacho, pero tan ordinario... ¡Pobrecillo!, me da lástima de él; pero ¿qué puedo hacer? ¿Puedo hacer yo que las cosas sean de otra manera que como Dios las ha dispuesto?... Está que ni pintado para Emilia o para Leonor... Me alegraré mucho de que sea un hombre de provecho. Necesitará protección de las personas acomodadas, y en lo que de mí dependa...».
Sucede casualmente que el Rey, extraviado en una cacería, y sin haber visto á su hermana, viene á parar á la choza de los carboneros, y concibe por la bella Leonor una pasión violenta. Comisiona entonces á D. Juan para seducirla; la crítica posición, en que se encuentran entonces los dos amantes, da origen á las situaciones más conmovedoras é interesantes.
LEONOR. Partiremos lejos, lejos de Aragón, do felices viviremos, y siempre nos amaremos con acendrada pasión. NU
Palabra del Dia
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