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¡Ay! Pongan una mano sobre los latidos de su corazon, y que respondan una vez: ¿es eso justo? Todo lo dan: ¿han de dar hasta la honra, como la madre que falta de alimento, da al hijo sus lágrimas? ¿Pero por qué hay hombres que propagan ideas mayores que su siglo ó su pueblo?

En suma, V. la ha envenenado con tal desconfianza, que ella, al sentir los latidos de su corazón juvenil y la lozanía de la vida en su verde primavera; al ver el fuego, si puro, ardiente de sus ojos; al oir la voz de la naturaleza, que la incita á que ame; al soñar acaso con lícitas venturas, logradas en este mundo al lado de un ser de su misma humana condición, se ha figurado que era presa de impuras pasiones, se ha creído perseguida por los monstruos del infierno, y para no ser ella un monstruo, ha querido refugiarse en el santuario.

Movidas de impulso igual y simultáneo, se arrojaron una en brazos de otra sintiendo al mismo tiempo que las garfiadas del dolor los inquietos latidos de dos seres que antes de nacer eran huérfanos... Primeras impresiones de amor, dulzuras de pasión satisfecha, esperanzas para lo por venir, todo quedaba destruido, todo parecía mentira: únicamente la desgracia era verdad.

Es pueril el temor de que por ellas venga la independencia: la prensa libre le hará conocer al Gobierno los latidos de la opinión, y los diputados, si son los mejores de entre los hijos de Filipinas, como deben ser, serán sus rehenes. No habiendo motivo de descontento, ¿con qué se tratará de excitar las masas del pueblo?

Magdalena, dechado de elegancia y distinción, apoyábase en su novio y éste, radiante de felicidad, olvidándose de los espectadores, del bullicio del baile, del ritmo de la música, y anegando sus miradas en los ojos entornados de Magdalena, confundiendo con ella su aliento y escuchando los latidos de sus corazones, unidos por misteriosa corriente magnética, sintiose contagiado por la embriaguez que dominaba a su novia y le trastornó el vértigo.

Su aspecto era verdaderamente aterrador; había caído fulminada por un violento golpe de sangre; estaba sin conocimiento, insensible, relajada y en una inmovilidad absoluta. Era una masa inerte, en la cual sólo la persistencia de la respiración y los latidos del corazón que llegamos a percibir, atestiguaban que la vida aún no se había extinguido.

¿Y a qué cantar, si mi canto ha de resonar a llanto que a nadie conmoverá? ¿Si del ajeno quebranto el mundo cansado está? ¿A qué, cuando entre el gentío que me critica y maltrata, seca el alma, el labio frío, no hay un corazón que lata con los latidos del mío? Deja dormir en la sima del olvido cuanto siento. ¡Bien está allí! Que el aliento no lo mezcle con la rima que se evapora en el viento.

Ya nos limpiaremos de pecados al llegar a tierra, amigo mío. Aquí debemos vivir con arreglo al ambiente. La responsabilidad no es nuestra. El culpable es ése... el gran impuro, el eterno fecundador que aún guarda en sus entrañas el secreto genésico de los primeros latidos de la vida.

Los latidos del corazon, imperceptibles... pulso muy debil... apetito, perdido por completo, repuso Basilio con sonrisa triste y en voz baja; suda profusamente á la madrugada...

La sangre de doña Ana circuló con fuerza, ardió, la dieron fuertes latidos las sienes y el corazón; se nublaron sus ojos... Era la hora de la cita; resonaron inmediatamente pasos en la calleja; doña Ana escuchó con toda su vida apoyada en el alféizar de la ventana que daba sobre el postigo; luego resonó una llave en aquel postigo; la alegría dió fuerzas á doña Ana; la esperanza valor; se retiró precipitadamente de la ventana; tomó la luz que había en la habitación, y entró en otra que era su dormitorio; de allí pasó á otra que era su cámara; allí encendió una linterna de resorte que tenía preparada, la cerró, la puso sobre una mesa, apagó la bujía y se quedó á obscuras esperando impaciente en medio de la cámara.