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Actualizado: 19 de octubre de 2025
Así quedó la cosa, lamentando todos que varón tan respetable hubiera sido víctima de aquella mala acción, pasando el tiempo y no volviendo á saberse más del aprovechado lego. El año de 1640 llegó al convento de la Merced el padre Provincial de la Orden y comenzó la inspección de la casa, conforme á la comisión que traía.
Ha habido día, Gabriel, que he recogido ochenta duros. Me acuerdo: fue en el último Corpus. Mariquita tuvo que recoserme los bolsillos de la sotana, que se rompían con el peso de tantas pesetas. Fue una bendición del Señor. Y miraba tristemente los talonarios, como lamentando que pasasen los días del invierno sin cortar más que alguna que otra hoja.
La mañana siguiente la pasó recorriendo los prados artificiales que había formado detrás del parque, lamentando el abandono en que estaban por la marcha de sus hombres, intentando abrir las compuertas para dar un riego al pasto, que empezaba á secarse. Las viñas alineaban sus masas de pámpanos á lo largo de los alambrados que las servían de sostén.
¡El último viaje!... Tòni admiró su barco como si lo viese bajo una nueva luz, descubriéndole bellezas nunca sospechadas, lamentando como un enamorado la rapidez con que transcurrían los días y se aproximaba el momento doloroso de la separación. Nunca había sido el piloto tan activo en su vigilancia. Sus supersticiones de navegante le infundían cierto pavor.
Saliò de Vilcabamba victorioso, Y en la ciudad del Cuzco entra triunfando Del triste Topamaro doloroso, Que su miseria viene lamentando. Hallóse él de Toledo tan gozoso, Y el caso de tal suerte exagerando, Que al licenciado Polo, su teniente, Le dice le deguelle prestamente.
Batiste se detuvo, lamentando en su interior no llevar consigo ni una mala navaja, ni una hoz, pero sereno, tranquilo, irguiendo su cabeza redonda con la expresión imperiosa tan temida por su familia y cruzando sobre el pecho los forzudos brazos de antiguo mozo de molino. Conocía á aquel hombre, aunque jamás había hablado con él. Era Pimentó. Al fin ocurría el encuentro que tanto había temido.
La vuelta dá Garay, con gran recelo Que venga el enemigo con pujanza: Lamentan los cautivos aquel duelo, Y suerte miserable y mala andanza, Al gran Tapui Guazù llega de un vuelo A dó sale de viejas una danza, La victoria con cantos celebrando, Y la gente vencida lamentando.
Le habían hecho oficial, en atención a sus estudios y a las cartas en que le recomendaban algunos prebendados de la Iglesia Primada, lamentando que un mozo de tanto porvenir teológico fuese a exponer su vida como un simple sacristán.
La honda pena y la resignación cristiana del pallador están bien sentidas y expresadas. Los versos que el pallador compone, celebrando primero su ventura, cuando aún era dichoso, y lamentando su infortunio más tarde, son sencillos y espontáneos sin ser prosaicos ni rudos, y merecen, a mi ver, no pequeña alabanza.
Los mismos que poco antes parecían indignados en nombre de la civilización y la dulzura de las costumbres, lamentando la muerte del belga, torcían ahora el gesto cual si fuesen víctimas de una broma de mal gusto. «¡Farsantes!... ¡Alarmar a personas respetables con un desafío de morondanga!...» Sobre las ruinas de los dos adversarios, súbitamente caídos de la gloria, iba elevándose un nuevo héroe.
Palabra del Dia
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