United States or Chad ? Vote for the TOP Country of the Week !


Además, los señores de Cuadros tenían gran satisfacción en recibir a sus amigos; y más aún ahora que el afortunado bolsista había amueblado a gusto de los tapiceros, y con una brillantez vulgar propia de café o de fonda, sus habitaciones, antes tan lóbregas como desmanteladas. Doña Manuela y las niñas aceptaron con entusiasmo el ofrecimiento. ¡Vaya si irían!

Ya estaba agotado el artículo de verduras; ahora a otra cosa. Y atravesando el arroyo, pasaron a la acera de enfrente, a la del Principal, donde estaban los vendedores del casquijo, ¡Vaya un estrépito de mil diablos! Bien se conocía la proximidad de las escalerillas de San Juan, con sus lóbregas cuevas, abrigo de los ruidosos hojalateros.

Describía el viaje por las entrañas lóbregas del buque, su descenso al infierno... de nieve, llevando como virgiliano guía a su amigo don Carmelo. Escaleras mojadas y resbaladizas; paredes que lagrimeaban; luces eléctricas veladas y mortecinas bajo el halo irisado de la humedad; gruesos caños conductores del frío a lo largo de los muros.

La vida moderna ha modificado la fisonomía de Sevilla, que ya ha perdido hace tiempo, en parte, aquel aspecto de población moruna, en donde las casas estaban construídas con toda seguridad y atención para el interior, y donde las calles estrechas y tortuosas, las lóbregas travesías y los pesados arcos prestaban frescura y sombra á los cansados transeuntes en los días caniculares.

En una calle que tortuosa con sus aleros la luz estorba; medrosa y lúgubre cuando las sombras de la alta noche la envuelven lóbregas, calle que llaman de la Almanzora, en la opulenta rica paloma de las ciudades, que el nombre roba á la Granada que la blasona, hay una casa, que hoy se desploma, cuyas paredes el viento azota, la lluvia inunda y el sol empolva; abandonada se desmorona, los jaramagos en ella brotan y entre ruinas doliente asoma el arco bello que un tiempo alcoba fué de la linda Leila la Horra.

Todo el mundo se mete en casita, y si el aburrido no acude a cualquier mentidero, es cosa de morirse de fastidio. Las calles desiertas, obscuras, lóbregas, silenciosas. Ni un organillo que alegre aquella espantosa soledad. Casi todas las casas están cerradas. ¿Qué se hacen a esa hora las dulces y modosas villaverdinas? Sábelo Dios.

La veía cerrando los ojos y podía ir describiéndola sin olvidar un solo detalle. Desde el lugar que ocupaba veía al frente la iglesia de los Santos Juanes, con su terraza de oxidadas barandillas, teniendo abajo, casi en los cimientos, las lóbregas y húmedas covachuelas donde los hojalateros establecen sus tiendas desde fecha remota.

La sombra se colora con la pincelada roja y fugaz del disparo surgiendo de las ruinas. De las profundidades lóbregas contestan otros fulgores mortales. En el ambiente negro zumban los proyectiles, invisibles insectos de la noche. Al amanecer será el ataque arrollador, irresistible.

Pero hasta la época feliz en que, proclamado el cristianismo religion del Estado por Constantino, pudo el culto de la ley de gracia y de amor desplegarse libremente saliendo de sus lóbregas criptas y catacumbas, no hubo en realidad plan fijo y uniformidad en la construccion de los edificios religiosos.

La gran casa solariega de los Montesinos se pudría, se derrumbaba, sin que su dueño intentase en ella la menor reforma, sin que lo advirtiese siquiera. En el piso segundo el criado le condujo al través de varias salas destartaladas y lóbregas, abrió al fin una puerta de cristales con visillos sucios, después de echar una mirada por el interior, dijo: No está aquí. Habrá subido a la biblioteca.