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Actualizado: 18 de junio de 2025


Cuando yo entraba en la celda, ya doña María tenía abierta su boca hacia el divino remedio; toda la faz encendida como una lámpara. Más de nueve días pasó con los dientes tan apretados, que el hombre más fuerte no hubiera logrado separárselos y sin que fuera posible hacella pasar una gota de caldo.

Mi lampara va a apagarse; por mas que quiera reanimar su luz moribunda; no podra durar tanto tiempo como mi desvelo. Si parece que duermo, no es el sueno el que embarga mis sentidos y si el descaecimiento que me causan una multitud de pensamientos que afligen mi alma y a los cuales no me es posible resistir.

Maximina encendió la lámpara del comedor y puso el mantel sobre la mesa: Miguel la seguía con la vista: ella levantaba de vez en cuando la suya y le enviaba una sonrisa para mostrarle la confianza que tenía en sus palabras y lo feliz que la había hecho con ellas. Una vez puesta la mesa, volvieron a la cocina. Hay que limpiar esa vajilla dijo la criada con el tono agrio que siempre usaba.

Ella subió a su dormitorio y se arrojó sobre la cama, tan confusa como emocionada. Un punto luminoso que brillaba en un ángulo de la estancia atrajo su atención. La llama de la lámpara se reflejaba en un pequeño globo del yodómetro. Desde lo más profundo de su corazón bendijo aquel aparato bienhechor que le había devuelto la vida y le había de devolver las fuerzas en algunos días.

La señora Morfeo alimentaba la viva esperanza de que aún hallaría a la niña ahogada en una zanja, o lo que casi era tan terrible, cubierta de lodo, manchada y sin esperanza de que por medio de jabón y agua volviera a su primitivo estado. El maestro volvió a la escuela con el corazón contristado. Al encender su lámpara y sentarse en el pupitre, encontró ante una esquela, a él dirigida.

¡Por eso, anoche...! balbuceó Momoy. ¿Anoche? repitió Sensia entre curiosa y celosa. Momoy no se decidía, pero la cara que le puso Sensia le quitó el miedo. Anoche, mientras cenábamos, hubo un alboroto; la luz se apagó en el comedor del General. Dicen que un desconocido robó lámpara que había regalado Simoun. ¿Un ladron? ¿Uno de la Mano Negra? Isagani se levantó y se puso á pasear.

Arrancó después algunas hojas de un breviario, retorciéndolas tranquilamente entre las manos, y sin vacilar un punto, impasible, sereno, las encendió en la lámpara, prendiendo con ellas los combustibles hacinados.

Amanecía ya y Agustín hablaba todavía; apenas la claridad del crepúsculo empalidecía la luz de la lámpara y hacía visibles los objetos se acercó a la ventana para bañar su rostro en el aire helado de la mañana. Veía su rostro anguloso y descolorido dibujarse como una mascarilla de sufrimiento sobre la extensión del cielo mal alumbrado por inciertos reflejos.

Carmen, sin hacer caso de la lámpara, del golpe, ni de la injusticia de aquellas palabras, preguntó: ¿De qué padre? De mi hermano; del simple de mi hermano, que estaba «poseído».... La niña había oído únicamente de mi hermano, y, de rodillas como estaba, juntó las manos con transporte, soñando. ; es cierto..., es cierto....

14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende la lámpara y se pone debajo de un almud, sino en el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

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