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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Fernando vio a la mujer con los ojos rojizos de lágrimas y el pelo en desorden; vio a los hijos que gritaban, pero con los ojos en seco, haciendo coro a su madre. No sabían nada, pero el instinto les había avisado de repente la proximidad de la desgracia; el mismo instinto simple y misterioso que hace aullar a las bestias domésticas, como si oliesen la presencia de la muerte.

Como que esto de los toros es de los tiempos de la Inquisisión, y no hay ofisio más reasionario. ¡Payaso! gritó la señora Angustias . ¡Güeno estás con toas esas fábulas de Inquisisión y reasiones! Entre toos estáis matando a esta probesita, que se pasa el día sortando lágrimas como la Dolorosa. lo que quieres es tapá las charranás de mi hijo, porque te da a comé.

Y la terrible mirada de don Sebastián, que asustaba a toda la diócesis, nublóse con lágrimas. Además, tengo otras penas continuó , pero son de hombre previsor que teme el porvenir. Cuando muera, todo lo que tengo será para mi hija. Juanito cuenta con lo de su madre, que era rica, y además tiene una carrera y el apoyo de mis amigos. Visitación será poderosa.

Marta salió de la sala con la sonrisa en los labios y murmurando palabras de agradecimiento, pero así que estuvo sola las lágrimas brotaron de sus ojos y se vió obligada a apoyarse en la barandilla de la escalera, porque sus piernas vacilantes se negaban a sostenerla.

Dos lágrimas brotaron lentamente de sus ojos y empezaron a deslizarse por sus mejillas. No lo que pasó en . ¿Ni cómo describirlo, aunque lo supiera? Acerqué mis labios a su cara para enjugar el llanto, y se unieron nuestras bocas en un beso. Inefable embriaguez, desmayo fecundo en peligros invadió todo mi ser y el ser de ella. Su cuerpo desfallecía y la sostuve entre mis brazos.

Intentaban exhortarla, y al mismo tiempo movían los párpados para repeler sus lágrimas... El cura no estaba menos emocionado. Había asistido á otros reos, pero eran hombres... ¡Ayudar á bien morir á una mujer hermosa, perfumada, centelleante de piedras finas, como si fuese á montar en su automóvil para ir á un de moda!...

Y tanto llegó a dominarla el imperioso amante, tal embriaguez produjo en su naturaleza sensual aquel primer amor, que obedeciendo a Salvatti, se fugó con él al terminar la temporada, abandonando a su padre. Este era el hecho más terrible de su vida. Ella, tan valerosa con el pasado, que no se arrepentía de nada, parpadeaba conteniendo las lágrimas al recordar tal locura.

En escoger entre todos los sujetos que habían de dar principio á aquella Misión, tuvo el buen Provincial no poco que hacer para aquietar los deseos, súplicas y lágrimas de tantos como se le ofrecieron á esta ardua empresa; pero no había quien con más ardor lo desease, ni á quien con más razón se debiese hacer esta gracia, como el V. P. Joseph de Arce, natural de las islas Canarias, hombre de gran corazón y de igual celo, premiado de Nuestro Señor con una muerte gloriosa, de que daremos noticia adelante.

Por nada en el mundo podía infringirse este régimen despótico: la menor infracción costaba muchas lágrimas.

Llegaron ante su presencia los Embajadores de Sicilia, llenos de lagrimas, luto y sentimiento; bastantes con esta triste demostracion á mover no solo el ánimo de un Rey ofendido por particular agravio, pero el de cualquier otro que como hombre sintiera.

Palabra del Dia

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