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Actualizado: 29 de mayo de 2025
La inspiracion del alta inteligencia, El calor de la intrépida elocuencia En el astro de Mayo concentró; Y del ardiente labio de Moreno Se desprendió de su palabra el trueno Y el programa de Mayo formuló.
Seres virtuosos honran tu memoria, Y sus virtudes son tu eterna gloria: El nuevo habitador de la llanura El bienestar te debe y la ventura, Y el sudor enjugando de su frente Lleva al labio la copa alegremente, Y la madre despues del esquileo A sus hijos enseña el deletreo. De tu existencia un mínimo segundo Produjo un beneficio tan fecundo!
No te diré si tu alma resplandece Como diamante en urna de cristal, Ni si tu seno blando se estremece Como la niebla al soplo matinal. No te diré si el labio que enamora En sus palabras desparrama miel, Ni si al caer, cual perlas del aurora, Hacen brotar las flores del vergel.
Estuvo la señora de Jáuregui un ratito haciendo cuentas, estirado el labio inferior, la cabeza oscilando como un péndulo y los ojos vueltos al techo, hasta que salió una cifra, de la cual Maximiliano no se hizo cargo.
El cleriguillo había perdido su amabilidad; sus ojuelos expresaban el mayor despecho; su labio inferior, masa informe y pendiente, le temblaba por la rabia de la contrariedad y del desengaño. ¿Está lejos esa calle, señor? ¿Está lejos? El cura miró á Clara con desdén, hizo un gesto despreciativo, y entró diciendo: Sí, chica: está lejos, muy lejos.
Desde ellas el coloso de este siglo La libertad del hombre quiso ahogar, Pero tendiendo su ala abrasadora De su labio brotó la tempestad, Y lo estrelló en la roca solitaria Que es á la vez su túmulo y altar.
La vieja alzó sus manos sarmentosas, se las pasó por los sangrientos ojos, y con muchas oscilaciones del labio inferior: Aunque.... Diiios en persona estuviese allí pronunció señalando a uno de los gigantescos panes de tabaco , yo no he de contar mentira. Oíd, espectadores del caso.
El señorito es un adolescente de tez blanca, sonrosada, de facciones puras y correctas como las de un Apolo, los ojos de un azul muy claro, la frente despejada, quizá demasiado despejada, y la boca pequeña, quizá demasiado pequeña. Á no ser por el bozo incipiente que mancha su labio superior, sería su rostro el de una dama y no mal parecida.
Podrá encender tu beso mi mejilla, pero lejos de aquí, mi alma me espera. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . »Miente mi labio si se acerca al tuyo, mienten mis ojos si de amor te miran; de mujeril amor mis fuerzas huyo: en incorpórea agitación se inspiran.
Pensamiento equivocado. ¿Cómo medir con la ligera copa que el labio apura en solo un movimiento la inmensidad del mar?... ¡Y solicito medir con el pigmeo pensamiento la idea sin igual del infinito!... Ora pro nobis. Vé á rezar, hija mia.
Palabra del Dia
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