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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Mucho más conmovedora y hermosa es la leyenda de los tres suizos que también esperan un día grande en el espesor de una alta montaña de los antiguos cantones. Son tres, como los tres que juraron conquistar la libertad en la pradera del Grutli, y los tres se apellidan Tell, como el que derribó al tirano.

Tuvo el Rey Don Fadrique su consejo de la persona que les enviaria, y pareció por entonces nombrar al Infante Manfredo su hijo segundo por Príncipe y Señor de aquellos estados, y por tal le juraron los Embaxadores en nombre de toda la compañía.

Estos conciertos se juraron delante de la imagen de la Virgen, costumbre antigua de aquel Imperio. En esta donacion concuerdan Pachimerio y Montaner, solo el Griego difiere en una circunstancia, porque dice, que Andronico exceptuó algunas ciudades, que no quiso que se incluyesen en la donacion. La gente de guerra con mayor furia que antes se alborota, porque tiene alguna desconfianza de Roger.

Los versos que siguen prueban que esta comedia pertenece al período posterior: «.................. del imperio Es ya nuestra infanta Aurora, Cuyo divino portento Las águilas la juraron Por su Emperatriz; muy presto Por Francia hará su jornada, Dando á París rayos bellos, Porque su hermana y su tía, Cristianísimos luceros Del orbe, esmalten sus luces Con tan glorioso trofeo

Mas no quisiéron que el primer puesto del mundo, que era el de esposo de Astarte y monarca de Babilonia, pendiese de enredos y partidos; y juráron reconocer por rey al mas valiente y discreto.

Los capítulos que en ella se estipularon y juraron se hicieron saber á la ciudad de Córdoba á 1.º de febrero, y existen en el Archivo, caj. I, leg. 10, núm 391. Véase la pág. 177. La imprudencia de un predicador de gran fama, cual era el P. Presentado Fr. Cristóbal de Torres, habia dado ocasion en el año de 1614 á grandes ruidos y escándalos que despues trascendieron por todo el reino.

Levantóse entre ellos alarido disforme, y desnudando las dagas, lo juraron poniendo las manos cada uno en el borde de la artesa, y echándose sobre ella de hocicos; dijeron: -Así como bebemos este vino hemos de beberle la sangre a todo acechador. ¿Quién es este Alonso Álvarez -pregunté- que tanto se ha sentido su muerte?

Despues de esto, los Señores Presidente y Vocales por su órden, hincados de rodillas y poniendo la mano derecha sobre los Santos Evangelios, juraron desempeñar legalmente sus respectivos cargos, conservar íntegros estos dominios al Señor Don Fernando VII y sus legítimos sucesores, y guardar puntualmente las leyes del reino. Concluida esta ceremonia, dejó el Exmo.

Ella, con las mejillas cual la grana y cortada la voz por cien suspiros, llorosa le decia llena de rabia insana: «¡No te he querido nunca, no te quiero!» Y él tambien, á porfía, «Tampoco yo te quiero» le decia. Y al cabo, tantas cosas se dijeron, un odio tan eterno se juraron, que uno y otro su paso detuvieron y sin decirse adios, se separaron.

Entónces los bonzos diéron dinero, y se concluyó con felicidad la guerra. De esta suerte por sus prudentes y dichosos consejos, y por los mas señalados servicios, se habia acarreado Zadig la irreconciliable enemiga de los mas poderosos del estado: juráron su pérdida los bonzos y las oji-negras, desacreditáronle jorobados y asentistas, y le hiciéron sospechoso al buen Nabuzan.

Palabra del Dia

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