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Quedó contentísimo Andronico de que los Catalanes le hubiesen obedecido, y alabándoles por cartas su puntualidad en cumplir sus órdenes, les hizo saber como los movimientos de Bulgaria con solo la fama de que venia el ejército de los Catalanes se sosegaronEsto es lo que dice Montaner; Pero Pachimerio parece que refiere con más verdad la ocasion que tuvo Andronico en este segundo despacho de decir que ya estaba todo sosegado; porque Miguel Paeologo su hijo á persuasion de los Griegos ofendidos, y de los soldados de otras naciones que tenia en su servicio, que como inferiores en número y valor temian á los Catalanes, escribió á su padre Andronico que no queria que Roger se juntase con su ejército, porque temia guerras civiles, y que la insolencia de los Catalanes no la pudiera sufrir, si con la misma libertad que en Asia habian de proceder y vivir, y que Gregorio cabeza de los Alanos estaba con él ofendido por la muerte de su hijo, y que viendo á Roger y á los suyos, sería ocasion de algun gran rompimiento.

En efecto; al subir la marea, cuando la ola se empina sobre la ola, inmensa, eléctrica, júntase al tempestuoso mugido de las aguas la estrepitosa algazara de las conchas y de los mil seres diversos que consigo arrastra. Llega el reflujo; un zumbido indica que con las arenas se lleva el mar todo ese mundo de fieles tribus, y las recoge en su seno. ¡Cuántos tonos no tiene á más de los descritos!

Y con sencilla amenidad, como si construyese y juntase versos, emparejaba cifras, haciendo resaltar la manera absurda con que la nación se despedía de un siglo de revoluciones, durante el cual todos los pueblos habían conseguido más que el nuestro. En el mantenimiento de la casa real se gastaba más que en enseñanza pública.

Y ansí, salió de su acuerdo; y desque hobo salido, mandó que para un dia señalado se juntase toda su gente en aquel lugar é llano de Paucaray , donde él era natural; y ansí se juntaron todos los suyos el dia que les fué mandado.

Allá enfrente se divisa de la Fuerza de Santiago el histórico recinto, de almenaje señorial, que con fúnebres tapices enlútose el día aciago que vió arder entre sus muros la capilla de Rizal. ¡Ah! ¡Que apague la Discordia de su tea fratricida los impúdicos fulgores, el maldito resplandor! ¡Que la Muerte no separe lo que júntase en la Vida! ¡Que los hombres no desunan lo que uniera el Creador!

No debalde se juntaron los capitanes, corriendo ya Enero, y aunque no se sentia movimiento alguno del enemigo, determinaron no obstante muy de antemano, que toda la gente de los pueblos vecinos se juntase y viniese al socorro.

Como por nuestro Rey se desease El bien de la República Cristiana, Por que el negocio bien se reformase En este nuevo orbe, y tierra indiana, Ordenó que concilio se juntase, Premisa autoridad, santa, romana, De tierras muy longincuas los prelados En breve tiempo fueron congregados.

Ellos respondieron que juntase consejo, y que en él veria los efectos de su determinacion. Dióse Tibaldo por entendido, y al otro dia hizo juntar el consejo, publicando que tenia cosas importantes que tratar en él. Vino Rocafort con la insolencia, y arrogancia que acostumbraba.

51 Mas esto no lo dijo de mismo; sino que, como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; 52 y no solamente por aquella nación, mas también para que juntase en uno los hijos de Dios que estaban dispersos. 53 Así que, desde aquel día consultaban juntos para matarle.

Que considerase que, no acaso, como parecía, sino con particular providencia del cielo, se habían todos juntado en lugar donde menos ninguno pensaba; y que advirtiese -dijo el cura- que sola la muerte podía apartar a Luscinda de Cardenio; y, aunque los dividiesen filos de alguna espada, ellos tendrían por felicísima su muerte; y que en los lazos inremediables era suma cordura, forzándose y venciéndose a mismo, mostrar un generoso pecho, permitiendo que por sola su voluntad los dos gozasen el bien que el cielo ya les había concedido; que pusiese los ojos ansimesmo en la beldad de Dorotea, y vería que pocas o ninguna se le podían igualar, cuanto más hacerle ventaja, y que juntase a su hermosura su humildad y el estremo del amor que le tenía; y, sobre todo, advirtiese que si se preciaba de caballero y de cristiano, que no podía hacer otra cosa que cumplille la palabra dada, y que, cumpliéndosela, cumpliría con Dios y satisfaría a las gentes discretas, las cuales saben y conocen que es prerrogativa de la hermosura, aunque esté en sujeto humilde, como se acompañe con la honestidad, poder levantarse e igualarse a cualquiera alteza, sin nota de menoscabo del que la levanta e iguala a mismo; y, cuando se cumplen las fuertes leyes del gusto, como en ello no intervenga pecado, no debe de ser culpado el que las sigue.