Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 27 de junio de 2025
Y señalaba un jovencito moreno, subido de color, sentado entre los adoradores de Nélida. Es el hermano pequeño, el único que se asemeja a la madre. Acompaña a Nélida por todo el buque, y ella lo acepta como una prolongación de la familia, porque esta vigilancia honorable le permite ir sola entre los hombres. El muchacho es medio imbécil, le dan ataques epilépticos, habla con incoherencia.
No es, por cierto, aquel gallardo jovencito sensitivo que al conocer a Elena Stannard, quedó trémulo y sin voz como el Dante de la Vita Nuova.... Es el hombre que ha sufrido ya, que conoce por sus propias desgarradas carnes cómo hieren las asperezas de la vida. En el primero, el artista parece haber querido hacer una cabeza simbólica.
En uno de los testeros estaba el gran piano de Erard donde tocaba mañana y tarde el jovencito que había venido con la señora; en otro el espejo de la gran chimenea reproducía con misteriosa indecisión la cavidad adornada de la estancia. Frente al espejo, la abertura de dos cortinas, pesadamente recogidas, dejaba ver una puerta blanca, lisa, puerta en la cual se echaba de menos un epitafio.
Aquel año efectuaba su viaje a fines de septiembre, y mostrándose, sin saber por qué, menos cariñosa que otras veces con su patria, había dicho al entrar en la casa: «Esta vez no estaré sino tres días». Era lunes. Descansó hasta las dos, hora en que el jovencito que la acompañaba se puso al piano para tocar dificilísimos ejercicios, y no lo dejó hasta la hora de comer.
Pero el fugitivo, por un resto de prudencia, mostrábase con las sotanas, como él decía, fríamente cortés y reservado, temiendo que le expulsarán si manifestaba su pensamiento. Sólo un clérigo de los que veía en el claustro alto le había inspirado confianza. Era un jovencito de aspecto miserable, con los hábitos raídos; un cura de monjas de uno de los innumerables conventos de Toledo.
Aquel viejo le había de quitar también los únicos momentos de reposo que sus desventuras le permitían. ¿Conoces aquí á un jovencito que se llama Alfonso Núñez, y á otro que se llama Roberto, conocido generalmente por el Doctrino? Sí, señor contestó Lázaro atemorizado, por creer que también le iba á participar la muerte de sus dos amigos.
Y como no faltó allí quien ya los hubiera visto, en la gran posada de la Calle Nueva, donde ellos habían venido a parar y donde habían declarado su condición y sus nombres, pronto pasaron estos de boca en boca, y por donde quiera se oía decir: Esos son dos ricos y elegantes aventureros de Castilla; el más granado se llama Miguel de Zuheros, por sobrenombre Morsamor; y el jovencito, que es su doncel, se llama Tiburcio de Simahonda.
Iban asimismo un caballero de edad media, barba gris y voz de sochantre, llamado D. Dionisio, y un jovencito sonrosado, de fisonomía dulce e interesante que respondía por Godofredo Llot. D. Laureano no daba señales de recordar el compromiso contraído.
Otro de los comensales era un señor de patillas blancas, rostro atezado y expresivo, que me dijeron era alcalde de uno de los pueblos de la provincia, no recuerdo cuál: se llamaba Cueto. Otro un jovencito rubio, estudiante de Derecho. Otro, por fin, un catalán de rostro anguloso y escuálido, ojos saltones y bigotes largos y caídos como un chino, a quien llamaban Llagostera.
Si fuese casado, ya sería otra cosa..., miraría más por él y cuidaría de no soltarlo como lo suelto... Tomás, tú bien sabes que puedo casarme con una señorita... Aunque no soy un jovencito, a ninguna de la villa le diría envido que no me dijese quiero... Hoy, entre las muchachas, oros son triunfos... Pero yo soy muy considerado... A mí me tira mucho la familia... y eso de que mañana, u otro día, si el marqués os echa de la casería, tengan tus hijas que ir a servir a un amo, me duele mucho... Puedes creerlo.
Palabra del Dia
Otros Mirando