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Actualizado: 17 de octubre de 2025


Puede hoy decirse con razón que el triste empleo de intendente de finanzas, en las viejas monarquías, se ha convertido en el primer cargo del gobierno en nuestras jóvenes sociedades.

Este de ahora ha publicado ya tres artículos en El Defensor de los Ayuntamientos sobre El individuo y el Estado. Ahora bien, estos jóvenes que discuten la cuestión social y escriben sobre las relaciones del individuo y el Estado son indudablemente los futuros gobernadores, los consejeros de Estado, los directores generales, los ministros.

La señora Chermidy rugió interiormente a la idea de que el marido y la mujer acabasen quizá por sentirse atraídos el uno hacia el otro; temió que la piedad, el reconocimiento, la costumbre, uniría a las dos almas jóvenes y que un día vería sentarse entre don Diego y Germana a un invitado con el que no había contado: el Amor.

Más tarde me acometió el deseo vanidoso de distinguirme entre mis compañeros: llamé a tres o cuatro muchachos que me conocían por haber recibido el periódico de mis manos, y les ordené que gritaran: «El primer número de La Abeja, con la defensa de la política de Felipe II en los Países BajosContra lo que imaginaba, tampoco causó efecto el nuevo pregón: solamente advertí que un grupo de jóvenes venía riendo y soltando chistes groseros a propósito de los Países Bajos, lo que me obligó a revocar la orden.

Es un hombre muy espiritual, un joven muy Fashionable y un bravo militar. ¿Qué estáis diciendo, señorita? preguntó el general, que absorto escuchaba la conversación de los dos jóvenes de buen tono. Digo, señor, que vuestro sobrino es un bravo oficial. ¿Y qué queréis decir con eso?

Durante el almuerzo dominical, las dos señoritas hacían comentarios sobre las personas y méritos de varios jóvenes del pueblo y de las estancias próximas que se detenían en la puerta de la iglesia para verlas.

Cuando, empujada de nuevo hacia el mundo por esta resistencia, no sabía qué pensar de su porvenir y vivía como una enfermera junto al padre, ignorando cuál podría ser su suerte, volviendo la espalda a los jóvenes chuetas que mariposeaban en torno de ella atraídos por los millones de don Benito, presentábase el noble Febrer, como un príncipe de cuento de hadas, para hacerla su esposa. ¡Qué bueno es Dios!... Se veía en aquel palacio inmediato a la catedral, en el barrio de los nobles por cuyas estrechas calles de pavimento azul y silencioso pasan los canónigos durante las horas dormidas de la tarde, atraídos por la campana de coro.

No, no le diré nada a Pablo todavía pensaba la señora. ¡El dice que hay que dejar a los jóvenes probar de todo, para enseñarles a vivir!

Aquí las mujeres, aún siendo jóvenes, entran y salen, van y vienen, en la seguridad de que nadie las molesta ni las restringe.

¡Ah! dijo Francisca estremeciéndose. Nos deja usted heladas... Si eso es el amor no le quiero. ¡Qué hermoso es el amor! murmuró la Roubinet. Muy hermoso replicó la abuela, pero muy peligroso para cabezas jóvenes. No para la mía objetó Francisca triunfante. ¿Quién sabe?... exhaló Genoveva en un aliento apenas perceptible.

Palabra del Dia

gonzalvo

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