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Actualizado: 26 de julio de 2025
El agua que tenía la cisterna daba á este moro, con ser alto, cerca de la horcajadura. Después entró otro y lo midió con una cana de la medida italiana, y halló tres palmos y medio de agua, ques una vara de España, y más la cisterna tenía cuatro canas de hueco. Cada cana verná á ser dos varas y una tercia de la medida de España.
Narada, que sabe muchísimas cosas, sabe también las lenguas latina e italiana y podrá entenderse perfectamente contigo. ¿Quieres oírle y tratar con él de tan importante negocio? Exaltada la ambición de Morsamor con lo que Tiburcio acababa de revelarle, se prestó a recibir y a oír a Narada y le aguardó con impaciencia.
He hablado con la señora de *; es la italiana más bella y simpática que he tenido jamás ante mis ojos; posee una especie de irradiación dulce y viva a la vez, que subyuga el corazón al mismo tiempo que deslumbra la vista: el sonido de su voz, unido a cierto acento extranjero, despiden una emoción y una ternura que atraen y encantan a la vez.
Me apoderé de Lea por el aspecto exterior de mi vida, que era justamente aquel á que le hacía más sensible su naturaleza italiana. Más que mis atenciones, mis cuidados y mi ternura, ganaron su voluntad mi carruaje correctamente enganchado y esperando á su puerta, mis elegantes libreas, el refinamiento de mi porte, la sonoridad de mi nombre y la autenticidad de mi título.
El yambo, no rimado, no se encuentra en ella, ni tampoco el verso de arte mayor, cuyo uso se había limitado mucho antes de este poeta; las canciones de forma italiana tampoco se ven en sus versos, y pocas veces las liras y las endechas.
Pedro Lobo se jactaba, y no sin fundamento, de haberse hallado en cien combates, y de haber sido el más rudo adversario de la valerosa legión italiana mandada por Garibaldi. Sabedor Juan Manuel Rosas de los grandes servicios y del raro mérito de Pedro Lobo, le llamó a su lado y le prestó toda su confianza. Era Pedro Lobo fanático de americanismo.
El cronista ignora la historia íntima de la insigne actriz italiana, pero no duda de su intensidad. Pasiones de fragua y fieros dolores deben de haber asolado á esa pobre alma, á la vez dulce y sombría.
En Santa Genoveva reina Soufflot: el puritanismo aleman. En la Basílica de San Pedro, reina Miguel Angel: la magnificencia italiana. En Santa Genoveva se admira al hombre. En el Vaticano se admira á Dios. En la catedral de Sevilla y de Toledo, se le adora. Childerico dió a la primera iglesia la denominacion de San Pedro y San Pablo.
Sólo con la italiana y la portuguesa tuvo algún contacto. Esta, si se exceptúan las obras de Camoëns, produjo poco original, y, desde la anexión de Portugal á España, rindió más bien tributo á la de su dominadora.
Palabra del Dia
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