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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Sin ser una belleza, muchas veces más perjudicial que útil a quien la atesora, es agradable y graciosa, tiene una figura admirable, y una cabellera como hay pocas; de educación esmerada, mucho talento e ingenio superior; pertenece a una familia notable de Inglaterra muy bien relacionada y emparentada; sin ser rica, su madre, que es viuda, tiene una posición desahogada; la joven es hija única; su padre fue coronel de las milicias inglesas durante las amenazas de la invasión bonapartista.
Habían salido de sus casas poco antes, al ver terminada la invasión, pero su aspecto de pobres bastaba para que los detuviesen como si fueran rebeldes. Y los grupos de prisioneros pasaban y pasaban. La cárcel resultaba pequeña para tanta gente. Muchos eran conducidos a los acuartelamientos de la tropa. Fermín sentíase fatigado. Desde el anochecer que vagaba por Jerez en busca de un hombre.
El amo hablaba precipitadamente, con el pensamiento puesto en la próxima invasión de desesperados, y empujaba a Fermín, acompañándolo hasta la puerta, como si olvidase su asunto. ¿En qué quedamos, don Pablo? ¡Ah, sí! Tu asunto... lo de la muchacha. Veremos: pasa otro rato; yo hablaré con mi madre. Lo del convento es lo mejor: créeme.
El juzgado comenzó á trabajar de lo lindo y los actuarios, particularmente el troglodita D. Casiano, se quedaban entre las uñas no sólo con las quincenas de los hijos sino también con las vacas de los padres. Sólo un vecino de la parroquia de Entralgo tocó las dulzuras de la invasión minera sin percibir el amargor, recogió las flores sin pincharse con las espinas.
El señor Fermín vivía con el pensamiento puesto en la lúgubre noche de la invasión de los huelguistas. Para él nada había ocurrido después, que fuese importante. Le parecía estar oyendo aún el retemblar de las puertas de Marchamalo, una hora antes de amanecer, bajo los golpes furiosos de un desconocido.
Á Enrique IV propuso al mismo tiempo negociarle en Génova un empréstito de 2.000.000 con tal que destinara de la suma 40.000 libras mensuales á una invasión por el reino de Aragón . En carta al Conde de Essex decía que, animado el Rey con el buen resultado de la jornada de Cádiz, era probable que se atreviera á tentar algo por ese lado y por el de Milán.
Punto como lo era el paseo del Arenal de amplitud y gran concurrencia, cuando los días de la invasión francesa, lo escogieron las autoridades imperiales para llevar á cabo no pocos espectáculos públicos, con los que procuraban distraer al pueblo.
El enamorado capitán era incapaz de abandonar un instante el recuerdo de su protegido, y á la caída de la tarde, cuando ya desesperaba éste de satisfacer su apetito, empezando á calcular la posibilidad de una invasión de la capital en busca de comida, vió cómo avanzaban por la playa unas cuantas máquinas rodantes, negras y sin adornos, de las que servían para el avituallamiento del ejército.
El sol no se enseñoreaba ya sino de uno de los ángulos del salón: al retirarse dejaba claro y nítido el ambiente, en el cual resaltaban con admirable pureza el obelisco del Dos de Mayo y las agujas del museo de Artillería y de San Jerónimo. Los pequeños retrocedían ante la invasión de los grandes a los parajes más apartados, donde establecían nuevamente sus juegos.
And all describe recent conditions, except the tale, partly historical and partly legendary, by Bécquer, which goes back to the invasion of Spain by the French under Napoleon in the early years of the nineteenth century; the story by Larra, which, however, is nearly as true of Castile to-day as it was when written; and Trueba's story, which is partly legendary, partly symbolic, and partly realistic.
Palabra del Dia
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