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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Alain Bron, consultor en sistemas de información y escritor, explica en noviembre de 1999: "Se seguirán usando lenguas diferentes, y eso por mucho tiempo, tanto mejor para el derecho a la diferencia. El riesgo es por supuesto la invasión de una lengua en perjuicio de otras, y por lo tanto la nivelación cultural en detrimento de las otras.
Desconfiaba con las tendencias imperialistas de esa nación y creía que abrigaba propósitos absorbentes, contra los cuales las repúblicas latinas debieran estar prevenidas. Méjico, decía, solo ha podido evitar nuevas desmembraciones merced a una política hábil, en que sin resistir directamente, ha evitado la invasión de intereses americanos.
Como los árabes venían además, en corto número, ni querían, ni podían, ni necesitaban oprimir demasiado, luego que pasaba el primer choque de la invasión y de la guerra.
Los campos de China durante más de dos siglos, la invasión de Manila por los piratas que hacían temblar al Celeste Imperio, y más tarde la gran bahía llena de naves inglesas, son imperecederas epopeyas en que las órdenes monásticas han vertido su sangre, su persuasión y sus caudales. El cosmopolitismo del bien, volvemos á decir, está sintetizado en el convento.
Al lado del rey Alfonso VI de Castilla combatieron como héroes mis antepasados, contra la bárbara invasión de los almoravides, en la sangrienta rota de Zalaca. Yo cuento en mi familia inspirados poetas y admirables filósofos y teólogos, gloria de la Sinagoga española y de todo el judaísmo. Entre ellos descuella Jehuda Leví, el Castellano, a quien Heine celebra con entusiasmo fervoroso.
Es un gesto maternal para infundirle ánimo; tal vez es un halago amoroso que se repite después de un paréntesis de medio siglo. ¡Quién sabe! ¡La guerra ha despertado tantas cosas que parecían dormidas para siempre!... Yo me imagino el infortunio de esos dos seres que representan ciento setenta años. Son Filemón y Baucis, que acaban de ver su apergaminado idilio roto por la invasión.
Nuestra nacion no sufriria que el pueblo francés pusiera el pié en un palmo de nuestro territorio, y consiente á las mil maravillas una invasion completa en otro sentido; una invasion más peligrosa, porque nos conquista ocultamente, por dentro, en el interior de nuestras casas, en el interior de nuestras viviendas, en lo más íntimo, en lo más profundo que tiene el hombre: en la palabra.
Ese monumento me hizo fijarme en una observacion curiosa que he podido repetir en muchos lugares de España. Los Franceses, invasores y sacrificadores en la época del primer imperio, son muy simpáticos en España; en tanto que los Ingleses, que le ayudaron al pueblo español á rechazar la invasion, no gozan de simpatías en la península. ¿De qué depende ese contraste al parecer injusto?
Tres veces la ocuparon los muzlimes: primero en la invasion general que arrancó de sus cimientos el trono de Rodrigo, luego en el siglo XIV, últimamente á fines del siglo XV cuando los moros llevaron á Granada todo su vecindario en cautiverio.
En los espacios libres de este desfile, en los paréntesis abiertos entre una batería y un regimiento, corrían pelotones de paisanos: grupos miserables que la invasión echaba por delante; poblaciones enteras que se habían disgregado siguiendo al ejército en su retirada. El avance de una nueva unidad los hacía salir del camino, continuando su marcha á través de los campos.
Palabra del Dia
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