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Cerca de una mesa de confites percibió al fin á una joven que hacía tiempo la miraba con ojos tímidos y ansiosos. Era la amiga más íntima que había tenido. Voló hacia ella y la estrechó entre sus brazos con fuerza.

Si los encontraba muy de frente, Gonzalo solía llevarse la mano al sombrero; si no, pasaba de largo como si no los viese, a pesar del conocimiento, ya que no amistad íntima, que su tío mantenía con el señor Belinchón. La vida exclusiva de café, el ningún trato con las mujeres, habían hecho de Gonzalo un joven apocado y vergonzoso.

Ya me daba a un tufillo que este don Juan no caminaba tan derecho como Dios manda y al rey conviene. Verdad que hay en él un aire de tuno que no es para envidiado, y que no me entró nunca por el ojo derecho a pesar de sus zalamerías y dingolodangos. Y cuando el virrey que ha sido su amigote me intima que le eche la zarpa, ¡digo si habrá motivo sobrado!

Aparte de las interesantes visitas de nuestro Caballero Audaz, muy poco se ha cultivado en España esta literatura íntima y anecdótica: únicamente los que establecemos nuestro despacho en la mesa de un café ofrecemos un pedazo de intimidad al interés de los lectores.

Pero usted dijo con el mayor interés, ¿no es víctima de sus bruscos ademanes? ¿No la maltrata á usted? Entonces sería cosa de declararle rematado. ¿A ? No dijo Clara; no me ha maltratado nunca. Parecerá extraño que Clara, sin conocer al militar, le hiciera declaraciones que parecen de íntima confianza; pero esto, que en circunstancias ordinarias sería raro, en este caso no lo era.

Esto último era lo que en el viajero se notaba más. Eran todas sus actitudes y ademanes como de hombre rendido y exánime. Algo había descompuesto y roto en aquel noble mecanismo, algún resorte de esos que al saltar interrumpen las funciones de la vida íntima. Hasta en su vestir percibíase la languidez y desaliento que tan a las claras revelaba la fisonomía.

En la mucha ó poca rudeza de aquellos golpes, conocía el pobre servidor la tensión nerviosa en que su amo se hallaba. Hoy decía, M. Talma me ha pegado muy fuerte; trabajará bien. Otros artistas, por el contrario, buscan la codiciada perfección en la serenidad, en cierta laxitud íntima que les deja sentir mejor.

Todos hemos prosperado, Luis. A me rodea la felicidad: pero es por fuera: en todo lo que se ve.... Ahora, por dentro... por dentro cada uno sabe lo que lleva. Fué una «comida íntima» la que dió Sánchez Morueta por ser sus días. No estaban en el comedor otras señoras que la esposa del millonario y su hija.

Duró cerca de dos meses, se gastó por largo, y la galantería de Núñez sufrió en el curso de él bastante menoscabo. La vida íntima, marital, descubrió a los ojos de Elena los puntos negros de aquel temperamento tan jovial y simpático en sociedad.

Y en lo tocante a la unión íntima del alma con Dios y al propósito de la ciencia mística, tampoco va tan lejos Tofail como en sus términos y frases muchos místicos ortodoxos de Alemania, de Italia y de España. Lo que se echa de menos en la mística de Tofail es, ya que no la carencia, la poca energía del amor que aspira y logra la unión más que la inteligencia pura.