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Actualizado: 17 de junio de 2025
No, Baldomero, esa agua no enferma a nadie; pero fíjese usted que es tan observador insistió Melchor, que ningún animal come y bebe al mismo tiempo. El único es el hombre; los demás animales comen cuando tienen hambre y beben cuando tienen sed. ¿Sabe que es cierto?... La observación no es mía... la he leído... no sé dónde... y la sigo... Yo también dijo Ricardo, por eso no como con agua...
Deseaba hacer partícipes de sus emociones a las señoras de la familia, pero todas se habían negado: «¡Las máquinas! ¡Ay, no! ¡Qué suciedad!». Y el buen doctor, como si no pudiese realizar la visita sin un compañero que recibiese sus impresiones, insistió, hasta conseguir que los dos amigos le acompañasen por los tortuosos corredores de la cubierta baja.
¿Y a usted qué le parece? se atrevió a preguntar tímidamente Jaime. Haz lo que quieras dijo «la Papisa» con frialdad . Sabes que hemos estado muchos años sin vernos, y lo mismo podernos seguir el resto de nuestra vida. Tú y yo somos ahora como de otra sangre; pensamos de distinto modo; no podemos entendernos. ¿De modo que debo casarme? insistió él. Eso pregúntalo a ti mismo.
Pero el buen don Rosendo que juzgaba un importantísimo triunfo la venida de tal personaje a su morada, y contaba con ayuda de él exterminar a sus contrarios, tanto insistió, valiéndose de toda clase de recomendaciones para conseguirlo, que el Duque concluyó por aceptar el ofrecimiento.
Déjame: tú encontrarás otras mujeres que te harán más dichoso que yo. Tú eres de los destinados á encontrar una nueva felicidad á cada paso. Insistió en sus elogios. Su voz era calmosa, pero en el fondo de ella temblaba la emoción del último adiós á la alegría que se aleja para siempre.
En alguna parte debía servir, y Elena prefería que fuese en su casa. Pero la mestiza insistió, moviendo la cabeza negativamente: Debo irme. Si me quedo, tengo amigas aquí que me sacarán los ojos. ¡Muchas gracias! Quiero estar bien con los míos... y ¿por qué no decirlo? la señora cuenta con pocas simpatías en el pueblo.
Se despidió cariñosamente de los dos, e insistió en que no nos afligiéramos más por ella, a pesar de lo cual no pudimos dejar de notar cuán grande era su ansiedad respecto al resultado de mi desafío a su infame marido. Nos deseó buena suerte, rapidez en la peligrosa empresa que íbamos a emprender, éxito completo y pronto y feliz retorno a la patria.
Después que le vi, se me ha clavado de tal manera en el pensamiento la idea de... Es una idea mía, idea mala, señora... pero usted es una santa, y me la quitará de la cabeza... Por eso no tengo sosiego hasta no decírsela... Basta, basta; no quiero, no quiero. Que sí quiere insistió la joven reteniéndola por ambas manos, pues la confesora hizo ademán de apartarse de ella.
Está usted equivocado. Sé que le aprecia mucho... Cuando se habla de usted.... ¡uf! le pone por las nubes... ¡Sí, para tenerme más lejos aún! repuso con sonrisa melancólica. Paca insistió.
¿Y cuando no se trata de flores? le dijo Ricardo, bajando un poco el tono de la voz. ¿Y de qué?... ¿de pájaros?... ¡Me pasa lo mismo! ¿Y si se tratara de personas? insistió Ricardo, más subyugado cada vez por la Pampita. Exceptuando a mi padre y a mi hermana... más o menos lo mismo. ¿No tiene usted más familia? intercedió Lorenzo.
Palabra del Dia
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