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Actualizado: 12 de junio de 2025
Teníamos la extraña suerte de poder naufragar en tierra firme: nuestra casa, tan cercana al mar, estaba expuesta á ver desaparecer su techo, ó tal vez todo un piso. Esto inquietaba no sólo á nosotros, sino á todos los habitantes del lugar, como nos lo confesaron, aconsejándonos la abandonásemos. Empero nosotros suponíamos que tan larga tormenta tendría fin, y contestábamos siempre: Mañana.
Pues nada... Empeñada en saber quién estaba en el palco de arriba... Y todo porque el otro no hacía más que mirar para allá poniendo varas. Al decir esto, Leopoldina cogió a Carmen Tagle sus gemelos de nácar y púsose a mirar hacia el palco que tanto inquietaba a Currita.
Le inquietaba un poco la humildad de su situación. ¿Qué diría Valeria, cuando fuese su esposa, al enterarse de lo poco que ganaba como sabio?... Pero inmediatamente ponía su esperanza en el juego, aquella fortuna no sospechada que se le ofrecía ahora diariamente. Que siga esto unos cuantos meses afirmaba ante el coronel , y habré reunido un capitalito antes de terminar el período de mis estudios.
A pesar de su distracción, fijábase en sus toses, recomendándole remedios fantásticos imaginados por él; se inquietaba por los progresos de la enfermedad, temblando ante la idea de que la muerte le arrebatase su único auditorio. Iba dando a conocer a Luna toda la música que había estudiado durante su ausencia.
Lo que absorbía toda su atención é inquietaba su espíritu eran otras condiciones ocultas y sustanciosas que un mozo tan señalado por su ingenio no podía perder de vista. El tío Pepón era un labrador rico, y aunque tenía tres hijos, á los tres los dejaría bien acomodados; todo el valle lo sabía.
Debo advertirle a usted que ya hacía tiempo el estado de Julia me inquietaba. Había hecho respecto de ella muchas reflexiones que he pasado en silencio porque el interés por la preocupación de aquella personita, siendo muy verdadera mi afección por ella, desaparecía lo confieso envuelto en el movimiento egoísta de mis propios rompederos de cabeza.
La amistad de mi buena madrina, los cuidados atentos y verdaderamente maternales de la nodriza, a la que yo creo con títulos aún más sagrados a mi reconocimiento, y sobre todo el afecto de mi padre, lo embellecían todo. Unicamente, cuando volvía del campo le sentía aún algunas veces bañarme con sus lágrimas, pero yo no me inquietaba, pensando que lloraba de alegría.
Ella no recibía entonces, ni salía de casa; pero Madame Duval era perseguida y detenida por Pedro Lobo, y ora por su medio, ora imprudentemente, valiéndose de un criado cualquiera, Pedro Lobo la inquietaba y la atormentaba con cartas pidiéndole, casi exigiéndole una cita. A las cuatro primeras cartas, dos al día, nada contestó Rafaela.
Y siempre se juraba no volver a mirar por aquella ventana; pero miraba, sin embargo, llena de susto y de tristeza ante el extraño cambio del paisaje conocidísimo. La proximidad de la ventana al gabinete del doctor la inquietaba mucho, como si presintiera en ella un riesgo cercano y misterioso. La soledad del doctor le inspiraba algo así como un sentimiento maternal.
Seguía de cerca las intrigas viejas y nuevas que dividen a Europa, vigilaba los progresos del leopardo británico, discutía la cuestión de Oriente, se inquietaba de la influencia de los jesuitas y era presidente de la logia masónica de Corfú. Un excelente hombre que derrochaba más actividad que un marino del antiguo régimen para navegar alrededor de un vaso de agua.
Palabra del Dia
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