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Actualizado: 1 de junio de 2025


Pude efectuar mis primeras investigaciones con bastante sosiego, por mas penoso que fuese el recorrer un pais de los mas áridos, y en donde la falta de agua se hace sentir á cada paso en el corazon de esos monótonos é interminables desiertos; pero los indios Puelches, Aucas y Patagones se sublevaron inopinadamente contra la naciente colonia del Cármen, situada á orillas del rio Negro, y me entónces precisado á reunirme á sus habitantes para cooperar á la defensa comun.

Nosotros teníamos sobre ellos la ventaja de lo desconocido, que es el genio tutelar de las batallas, de eso que no se ve y que en el momento apurado y crítico sale inopinadamente de lo hondo de un camino, del respaldo de una loma, de la espesura de un bosque; combatiente de última hora que la tierra echa de su seno, y se presenta fresco, sin heridas ni cansancio, a decidir la victoria.

Pero ni aun tuvo tiempo de reposar en la vengativa injuria, o más bien lamentable engaño de doña Guiomar, porque esta, apenas hubo dicho sus últimas palabras, tan últimas, que necesidad no tuvo, ni deseo ni pensamiento de decir ni una sola más, y de poner por obra lo que su desesperación la hacía sentir, que era librarse del peso de su pobre y atormentada existencia, echó mano tan rápida y tan inopinadamente a la espada de Cervantes, que antes de que él pudiese evitarlo la desenvainó, y haciéndose atrás, ante Cervantes quedose inmóvil y muda, mirándole como ojos humanos no han mirado jamás a criatura.

Creo que hubiera llegado sin mayor tropiezo a ella si no se hubiese presentado inopinadamente delante de nosotros aquel maldito chiquillo que el día anterior habíamos hallado en la carretera. ¡Perico! exclamó la monja levantándose.

Todo en ella es perfectamente vulgar: los tipos, el diálogo, el asunto. «Federico», el protagonista, es un padre modelo y un esposo ejemplar, consagrado á la felicidad de los suyos; su amabilidad, su buena conducta, la dulzura de su carácter, le han granjeado las simpatías del vecindario. Inopinadamente aparece un inspector que, de orden judicial, va á prenderle por falsificador.

: ¡¡castigo, venganza!! he aquí las palabras que sintetizan la aspiración nacional en el actual momento históricoHubiera seguido desahogando las hieles de su alma, si alguien no le interrumpiera inopinadamente en aquel crítico momento histórico, entregándole una carta, cuyo sobre, escrito por mano femenina, le produjo extraordinaria conmoción.

Sus gallos daban siempre el pecho; los demás seguían una cobarde táctica de combate, simulaban huir en torno al ruedo, y cuando más confiado iba el héroe en su persecución, se volvían inopinadamente y le daban traidoras estocadas. Sus gallos, como los personajes de Sófocles, sabían morir con belleza, y por lo tanto con gloria, que viene a ser lo mismo.

Entonces en el fondo de misma en la región oscura donde nacen las sensaciones ignoradas le pareció sentir algún pesar... ¿Por qué? A este pesar, a esta indecisión sentimental, se unía confusamente una inefable dulzura de impresiones nuevas; la confesión de aquel sentimiento sorprendido tan inopinadamente, inundaba su alma de una extraña melancolía.

La situación llegó a ser un día tan extremadamente angustiosa, que la heroica anciana, cansada de mirar a cielo y tierra por si inopinadamente caía algún socorro, perdido el crédito en las tiendas, cerrados todos los caminos, no vio más arbitrio para continuar la lucha que poner su cara en vergüenza saliendo a pedir limosna.

Hoy mismo, agobiado por la espantosa desgracia, en la calle, sin fortuna y sin crédito, sostenía que no, que la culpa no era de él, que la cosa había sucedido sin saber cómo, inopinadamente, por sorpresa o mala suerte, pero que estaba en lo cierto al asegurar que, lo que la Bolsa quita, la Bolsa vuelve a darlo. ¡Ay, Dios mío! ¡Dios mío! Gimió sin consuelo, largo rato.

Palabra del Dia

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