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Actualizado: 7 de junio de 2025
Además, cuento con el socio, que corre con todo el trabajo: un antiguo dependiente al que di participación. Ya conocen ustedes la firma: Manzanares y Mendizábal. La falta de hijos parecía amargar su triunfo, colocándole en rencorosa inferioridad ante el prolífico vasco. Pero como una compensación, hizo el elogio de su esposa, valerosa compañera de los primeros años de pobreza y ahorro.
Su estética tiene 100 millones más de partidarios que la estética europea. Además, si de eso se ha de tratar, tendríamos que aceptar la inferioridad de los latinos, en especial la de los españoles, respecto de los sajones que son mucho más blancos.
De pronto las vacas se removieron mansamente: a lento paso llegaba el toro. Y ante aquella chata y obstinada frente dirigida en tranquila recta a la tranquera, los caballos comprendieron humildemente su inferioridad. Las vacas se apartaron, y Barigüí, pasando el testuz bajo una tranca, intentó hacerla correr a un lado. Los caballos levantaron las orejas, admirados, pero la tranca no corrió.
En cambio, si los antiguos partidarios del clair de lune de la tienda de paños tenían que declarar la inferioridad moral relativamente al sexto mandamiento no más de aquellos tiempos, recababan para ellos el mérito de las buenas formas, del eufemismo en el lenguaje; y así, todo se decía con rodeos, con frases opacas; y al hablar de amores de ilegales consecuencias se decía: «Fulano obsequia a Fulana», v. gr.
Por aquel tiempo se mudó doña Lupe a Chamberí, buscando siempre casas baratas, y Maximiliano fue perdiendo poco a poco la ilusión de los alumnos de Estado Mayor. Su timidez, lejos de disminuir con los años, parecía que aumentaba. Creía que todos se burlaban de él considerándole insignificante y para poco. Exageraba sin duda su inferioridad, y su desaliento le hacía huir del trato social.
Ambas cosas le produjeron en breve, no hastío, pues el verdadero hastío es enfermedad moral propia de los muy refinados y sibaritas de entendimiento, sino irritación y sorda cólera, hija de la secreta convicción de su inferioridad.
De la inferioridad patente, visible y clara en los asuntos y casos de la vida práctica, deducen nuestra inferioridad en cuanto hay de más sustancial e importante en el ser y en la vida de los pueblos. Pongamos un ejemplo que aclare y explique mejor esta idea. Figurémonos a una dama, hermosa y rica, que quiere vivir y vive en España con todos los refinamientos y primores que ahora se estilan.
El Guadalquivir, describiendo como un semicírculo, rodea en gran parte el recinto de la ciudad propiamente dicha, defendida y encerrada por murallas que, segun dicen, datan del tiempo de César, y por numerosos fuertes aislados que en la actualidad son inútiles aunque no sea mas que por su evidente inferioridad respecto del progreso de la estrategia y arquitectura brutal del egoísmo, el aislamiento y la muerte.
Le bastará tener idea de perfeccion ó belleza en general, y vincular con ciertos signos arbitrarios los grados de perfeccion ó belleza de los objetos, para que pueda designarlos á los concurrentes, y ponderar la mayor habilidad de un artista, la menor felicidad de otro, el atinado acierto de aquel, los desaciertos de este, el mayor valor de las obras del primero, la inferioridad de las del segundo, y formar otros pensamientos por este tenor que á primera vista pudieran hacernos creer que el dependiente es un artista consumado, ó cuando menos un aficionado de grande inteligencia y de gusto exquisito.
He aquí precisamente la razón de la superioridad del hombre, me dirá un naturalista: y he aquí precisamente la de su inferioridad, según pienso yo, que tengo más de natural que de naturalista.
Palabra del Dia
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