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Actualizado: 7 de octubre de 2025
Era que el Consejo Ejecutivo, para remedio de la inferioridad agresiva de sus tropas, acababa de enviar varios cañones de los más grandes que se conservaban en el Museo Histórico. Esta artillería gruesa databa de los tiempos de Eulame, y la componían ocho piezas de asedio del tamaño y el calibre de un revólver de marca mayor, de los usados en el mundo de los Hombres-Montañas.
Luego la inferioridad de las ideas geométricas que he consignado anteriormente , solo se refiere á su materia, ó sea á las representaciones sensibles, que presupone como un elemento indispensable.
Desengañado de estas altas sabidurías, y ansioso de todo lo que por ellas había despreciado, se diría que vuelve a él aquella parte más ruin de su alma, bajo la forma y con el ser de diablo. Esta inferioridad diabólica respecto a Fausto y respecto a los demás espíritus superiores, no se desmiente nunca.
Iré modesta y humildemente hasta conceder que es inferior; pero la inferioridad consistirá en que los novelistas españoles del día somos menos discretos, menos instruidos, menos hábiles y menos inspirados que los franceses y que los rusos.
A las doce empezaba la partida de baccará; ella había solicitado la banca, pero los reglamentos del club se oponían á su pretensión. ¡Pobres mujeres! Hasta en el juego estaban condenadas á una inferioridad degradante. Podían perder su fortuna confundidas en la masa de los «puntos», pero les estaba vedado ser banqueras.
Su aire de modestia, su encogimiento, que era el mejor signo de la conciencia de su inferioridad, hacíanla en aquel instante verdadero tipo de mujer del pueblo, que por incidencia se encuentra mano a mano con las personas de clase superior.
El asegura que es de gran familia, pero ¡vaya usted á saber de estos gringos!... Todos los muertos de hambre, al venir á América, la echamos de hijos de príncipes. A éste lo había tuteado Madariaga desde el primer instante, no por agradecimiento, como á Desnoyers, sino para hacerle sentir su inferioridad.
El desprecio era porque ignoraba el guaraní y hablaba mal el español, signos evidentes de inferioridad mental. Además, como todos los gringos, tenía los pies enormes y calzaba zapatos que parecían navíos, lo que denuncia un origen ordinario en un país donde los hombres ostentan el pie pequeño y alto de empeine, lo mismo que una dama.
Sulfurábase Teodora al oír que «la señorita» ponía en duda su ciencia. Si catañeaban otras; era posible una equivocación... ¡pero ella! No había mas que una Teodora en toda la Península. Allá en Cordobate existía otra gitana de su arte, pero todos declaraban su inferioridad.
Sin hacer caso de las quejas de su madre sobre la inferioridad de la posición, la escasez del sueldo y la tristeza del país, «un agujero en el que se iban a morir de aburrimiento,» Julieta la calmó dulcemente como a un niño, más aún por sus caricias que por sus palabras, y la buena señora acabó por declarar que estaba pronta, por su hija, a todos los sacrificios.
Palabra del Dia
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