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Actualizado: 16 de mayo de 2025
La tempestad que he observado mejor es la que hizo estragos en el Oeste, el 24 y 25 de octubre de 1859, que se renovó con más furor y con imponente grandiosidad el viernes 28 del mismo mes, durando el 29, el 30 y el 31, implacable, infatigable, seis días con sus noches, á excepción de un corto intervalo. Innumerables fueron las embarcaciones perdidas en nuestras costas occidentales.
Esta veleidad infatigable está reflejada en casi todos los edificios públicos, en el Luxemburgo tambien, y por esto dije que tiene una historia curiosa y picante. Roberto Harlay de Sancy construyó un edificio, en el terreno que hoy se llama Jardin de Luxemburgo, hácia el año de 1550, y probablemente aquella fábrica se denominaria Hotel de Harlay.
Cumplió la tarea que se había impuesto con la atención minuciosa, el cuidado paciente y la perseverancia infatigable de aquella sultana aburrida que, en la ausencia del señor, arranca una a una todas las plumas de un viejo loro. Hubiera preferido, desde luego, vengarse directamente de Germana; pero Germana estaba lejos.
Teníale envuelto en una atmósfera de protección, de tibios y amorosos cuidados que le sería casi imposible hallar al lado de una esposa por tierna que fuese. Sólo las madres poseen esa abnegación absoluta, infatigable, sin esperanza ni deseo siquiera de reciprocidad. Todo lo que la vida material exige, lo tenía satisfecho Raimundo con un refinamiento que pocos hombres disfrutarían.
Parece que la naturaleza y la religión se han puesto de acuerdo en día semejante para dirigir hacia los sepulcros el pensamiento de los vivos. El infatigable campanero, asido a la cuerda de las campanas, no cesa de tocar desde el mediodía del primero de noviembre hasta el amanecer del siguiente.
Es mas raro que este viagero extienda así voluntariamente el circulo de sus tareas, cuando sin preparacion, sin guia y casi sin instrumentos arrostra nuevas dificultades. Esto es lo que con un celo infatigable ha hecho el señor de Orbigny. «A la llegada de este señor á Bolivia da principio en cierto modo su segundo viage.
A la tía María, a la infatigable enfermera del ilustre huésped, a la diestra fabricante de caldos sustanciosos, señaló el duque una pensión vitalicia. En cuanto al pobre fray Gabriel, se quedó sin nada. Hacía tan poco ruido en el mundo, y se había ocultado tanto a los ojos del duque, que este no le había echado de ver.
No hay naturalidad en estas creaciones; la naturalidad con que la yerba es verde, con que el cielo es azul, con que la estrella nos envia sus luces plateadas. Noto cierto entumecimiento en este arte; es creador, infatigable, jóven; pero parece un jóven tullido; un tullido que no puede moverse sin que la paralísis le arranque un dolor y una queja.
Oye, maridito mío: tú que eres tan bueno, ¿por qué no das un paseo al bebé en su cochecito? El último que ha nacido, ¿sabes? el que lleva el número setenta y dos. Ya ves, alma mía, que, sola como estoy, no puedo llegar á cuidarlos á todos. Y el trabajador infatigable, procreador de un mundo entero, debía poner la mesa, lavar los platos y pasear al recién nacido en un cochecito de su invención.
Y vuestras hijas los aman más que ustedes, interrumpió Marenval. Harvey sonrió. Es cierto, dijo. Los franceses son amables, finos, bien educados... No tienen más que un defecto; el de amar demasiado á su país... Ellos no van bastante á los demás países, y hay que venir al suyo... No digo esto por el señor de Tragomer, que es un viajero infatigable.
Palabra del Dia
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