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Actualizado: 16 de junio de 2025


Diego Mardones, anciano piadoso, caritativo y austero, infatigable en el trabajo á pesar de sus muchos años, y cuya avanzada edad significó el rey D. Felipe III en la carta que escribió al cabildo diciéndole: ahí os envío los huesos del obispo Mardones, muy ageno de pensar que aquel costal de huesos habia de sobrevivirle mas de tres años á él jóven y robusto.

Es un trabajo histórico llevado a cabo con esmerado tino y con la más infatigable diligencia para allegar y compulsar documentos, poner en claro muchos puntos obscuros y darnos idea exacta y justa de los sucesos más importantes en la historia de nuestra Península desde la conquista de Granada hasta el día de hoy.

Y si de este modo han oprimido todos estos lugares los infieles del Chaco, descendientes de los que apostataron de la fe y del servicio de los españoles, sin que después de cien años los hayan podido reducir por armas, siendo sólo muy pocos los que después de infatigable trabajo y derramamiento de sangre han conquistado los Jesuitas con el Evangelio, qué no deberemos temer si todos los pueblos del Paraná y Uruguay y en su compañía todos los infieles vecinos de las naciones de Charruas, Minoanes Boanes y Guanaos se levantan y amotinados volviesen contra todas estas ciudades, siendo las primeras al encuentro las del Río de la Plata; ¿qué número de españoles podrá resistir á tan crecido número de indios, que sin ponerse en campaña, sólo con asaltos nocturnos no dejaran lugar que no talen, ni españoles que no degüellen?

El señor de Maurescamp tenía ante una espada invisible e infatigable. No la sentía, puede decirse, sino cuando tocaba su pecho. En resumen, recibió en aquel asalto cinco o seis botonazos y no dio ninguno. El amor propio muy irritable del señor de Maurescamp no le permitió declarar su inferioridad decisiva. Convino solamente en que aquel día no estaba en juego.

En los males imaginarios, el empresario del remedio es, por supuesto, el más entusiasta y el más infatigable propagandista del peligro: cada cual se preocupa de hacer creer en la realidad del infierno de que puede sacar penados, siendo al mismo tiempo el más ardoroso negador de la existencia de los otros infiernos de que sacan otros especialistas.

En el grado más bajo de la vida, donde falta todo otro organismo, encontraréis completas las formas genéricas. Tal es el mar. Al parecer es la gran hembra del globo, cuyo infatigable deseo, concepción permanente y alumbramiento son eternos. El mar de leche. El agua de mar, hasta la más pura, tomada mar adentro y lejos de toda mezcla, es ligeramente blanquizca y un poco viscosa.

Atrás se quedaron los Viveros con sus regocijadas bodas; los valses sonaban lejanos, como vagos estremecimientos del aire, y Ernestina seguía infatigable, hablando cada vez más cerca del oído de su esposo. Ella viviría tranquila, sin molestarle, si no existieran los celos. Porque ella se sentía celosa.

Este probo, inteligente, noble, infatigable y decidido patriota, tuvo la desgracia de perder sus padres en la mas tierna edad. Estos fueron Juan Vicente y Maria de la Concepcion Palacios.

Un ruiseñor volaba infatigable de plaza en plaza, teniendo por bosques las ciudades, y su música divina volvía locas a las gentes, haciéndolas pedir a gritos la República... pero Federal, ¿eh?... Federal o nada.

Y la amistad con aquel ser extraordinario, que desde su oscuridad exploraba con el valiente ojo de su pensamiento infatigable los problemas de la vida, había llegado tarde. En el espíritu de la Nela estaba ya petrificado lo que podremos llamar su filosofía, hechura de ella misma, un no qué de paganismo y de sentimentalismo, mezclados y confundidos.

Palabra del Dia

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