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Actualizado: 17 de junio de 2025


Y en cuanto á él, cuyos lazos de unión con la mujer delincuente habían sido los más estrechos y sagrados que puedan darse, ¿por qué presentarse á reclamar una herencia tan poco apetecible? Resolvió, por lo tanto, no dejarse exponer en la picota de la infamia al lado de la que en un tiempo fué su esposa.

Al mirar a su hijo, la llama de su ira se avivó más. «¡Decir que no es hijo de su padre...! ¡Qué infamia! La despedazaría sin compasión ninguna. ¡Inocente!, ¡tan chiquito y ya le quieren deshonrar! Pero no le deshonrarán, no, porque aquí está su madre para defenderle; y al que me diga que este no es el hijo de la casa, le saco los ojos.

Porque aún no sabía, porque no había reflexionado lo bastante; porque usted no creía en el delito y todas mis fuerzas se concretaban a negar el suicidio. ¿De modo que no sólo ese hombre habría matado, sino que llevaría su infamia hasta dejar condenar a una inocente? ¿Se asombra usted? ¿No es natural que ese individuo esté lleno de júbilo? ¡Esa idea es horrible!

D.ª Filomena es prima hermana del gobernador de Madrid, y por ahí viene la cosa... ¿Y qué diremos del señor obispo que, sabiendo los servicios que usted ha prestado a la religión en este pueblo, se presta a servir de juguete a una vieja verde? ¡Qué indignidad! ¿No le dije bien a tiempo que no se durmiera en las pajas?... ¡Ah, qué infamia tan grande! ¡Qué infamia! ¡Qué reteinfamia!

¿Pero ustedes la han arrojado así...? ¿Dónde ha de ir la pobrecilla? preguntó Lázaro, que, á pesar de su agravio, no podía ver con calma que se injuriara y se maltratara de aquel modo á un ser desvalido. ¿Qué yo dónde ha ido? ¡Al infierno! dijo María de la Paz riendo. Señor, ¿es posible que haya tanta infamia en el mundo? ¡Oh!

Dios sabe cuál estaba de ver la infamia de mi tío, el cual me dijo que había tenido ventura en topar con él en tan buena ocasión, porque comería bien, que tenía convidados unos amigos. En esto entró por la puerta, con una ropa hasta los pies morada, uno de los que piden para las ánimas, y haciendo son con la cajita, dijo: -Tanto me han valido a las ánimas hoy como a ti los azotados: encaja.

Clementina las escuchó en la misma actitud altanera. No se dejó ablandar hasta que le contempló bien humillado, pidiéndole de rodillas, como precioso favor, aquel mismo arreglo que hacía un instante había calificado de infamia y asquerosidad. Por aquellos días la dama experimentó una rabieta tan viva que estuvo a punto de enfermar. Y no le faltó motivo.

¿No es verdad, señor Peña, que eso es una ingratitud? preguntaba Tónica muy animada, olvidando los escrúpulos que había manifestado antes de admitir el paraguas. Juanito contestaba con vehemencia, pero su pensamiento se hallaba a cien leguas de lo que decía. señor, era una infamia; personas tan ingratas nada merecían.

Dio con esto por cierto lo que se decía de mi madre, y no queriendo quitar a mi padre el propio desagravio de su honra, escribiole, y de tal manera, que mi padre, sin pedir la licencia al rey para dejar la conducta de las galeras con las cuales estaba en las costas de Nápoles, tomó postas para España, y se vino por tierra, temeroso de que la instable mar le dilatase el triste y horrendo logro de la venganza de su honra, que debía ser para él la muerte del dolor y de la pesadumbre de la infamia.

Lo dudo mucho, porque no me has dicho jamás una palabra del asunto. Contéstame inmediatamente. El P. Gil dejó caer los brazos, dobló la cabeza y murmuró sordamente: ¡Qué infamia! El mayorazgo soltó una carcajada. Pero ¿aún cree usted que hay infamias en el mundo? ¿De qué le sirve a usted tanto como ha leído? Quisiera que me explicase cómo es posible hacer porquerías dentro de una letrina.

Palabra del Dia

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