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Dio con esto por cierto lo que se decía de mi madre, y no queriendo quitar a mi padre el propio desagravio de su honra, escribiole, y de tal manera, que mi padre, sin pedir la licencia al rey para dejar la conducta de las galeras con las cuales estaba en las costas de Nápoles, tomó postas para España, y se vino por tierra, temeroso de que la instable mar le dilatase el triste y horrendo logro de la venganza de su honra, que debía ser para él la muerte del dolor y de la pesadumbre de la infamia.

Tentó Orellana ganar á Pascual Alarapita, por la suavidad: escribióle, persuadiéndole pidiese el perdon, y se acogiese bajo las banderas del Soberano, poniendo á su devocion la provincia de Chucuito, y que entregase á cualquiera que con su influjo intentase destruir este pensamiento: pero él obstinado en sus delitos y lleno de soberbia, no quiso contestar, y solo en una esquela que escribió al prisionero Isidro Mamani, hizo mencion de la carta, para asegurarle con osadia, que sin leerla la habia entregado á las llamas añadiéndole muchas amenazas contra Orellana y los demas que intentaban defender á Puno; de modo que ya no dejaba duda que su intento era reunirse con el cuerpo de rebeldes, mandado por Diego Tupac-Amaru, y juntos atacar con todo el esfuerzo posible aquella villa.

Escribiole, en efecto, arregló el cobro de sus intereses con el agente encargado de ellos, hizo su equipaje y al día siguiente se embarcó en el tren del Norte, sin ver a su amante, ni dar parte a nadie de su marcha repentina, como quien escapa de violenta y temerosa persecución. Ni la justicia ni enemigo mortal alguno le perseguían.

Escribióle que viniese luego á Constantinopla, porque el Emperador querria honrar su persona como se contenia en dos cartas del mismo Emperador, con sellos pendientes de oro, que juntamente con la suya le enviaba.

Me dirigí a Villa, a quien había oído decir que tenía un tío en Cádiz, presidente del comité carlista. En cuanto le manifesté mi plan, se apresuró con júbilo a secundarlo. Escribiole a su tío pidiéndole una carta de recomendación para D. Oscar, destinada a un oficial carlista amigo suyo, y no se hizo esperar.

Estas imaginaciones fueron labrando en su cerebro una decisión que al cabo formuló por escrito en carta a su madrastra: escribiole sin decir nada a Julia suplicándole le concediese una entrevista «para tratar de asuntos que a ella y a su hija interesaban muchoLa carta, aunque seria, era afectuosa y dejaba traslucir intentos generosos y deseos vivos de reconciliación.