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Actualizado: 19 de mayo de 2025
A veces, una palabra insignificante que en la calle o en su casa oyera o la vista de cualquier objeto le encendían de súbito en la mente la llama de aquel tema, produciéndole opresiones en el pecho y un sobresalto inexplicable.
Acaso este será un castigo de Dios por haberme inclinado demasiado a las cosas mundanas; será que se me advierte la pérdida de los goces verdaderos; yo así lo creo, porque antes de ahora, cuando me dedicaba a Dios solamente, era feliz en mi retiro, me alzaba sobre las miserias terrenales y sentía una inexplicable alegría, pero en la actualidad no puedo, sin esfuerzo, alcanzar este entusiasmo celestial. ¿Será que mis sentidos se entorpecen al peso de los años?
El sentimiento que le inspiraba aquella mujer en las Micaelas; la inexplicable mescolanza de terror y atracción prodújose en aquel instante en su alma con mayor fuerza. Mauricia le infundía miedo y al propio tiempo una simpatía irresistible y misteriosa, cual si le sugiriera la idea de cosas reprobables y al mismo tiempo gratas a su corazón.
Otros sentimientos han contribuido a apresurar mi regreso. Sentía impaciencia por volver a ver a Adela y por buscar los medios de no separarme ya de ella. Los días del hombre transcurren tan rápidamente, que no hay más que una preocupación bien inexplicable que pueda distraernos del cuidado de embellecerlos.
Tal vez más adelante, ¡pero ahora!... Ahora quiero ser tu compañero, tu hermano, lo que tú quieras que sea, pero al lado tuyo. ¿Por qué huyes de mí? ¿por qué me cierras tu puerta como á un extraño?... Continuó desordenadamente sus quejas, sus protestas, sus rencores, por aquel alejamiento inexplicable.
Aquella Isidora ya no existe más que en tu imaginación. Esta que ves, ya no conserva de aquella ni siquiera el nombre. Pues aquella era mi buena amiga dijo Augusto con tesón ; esta me repugna». Isidora se conmovió al oír esto, pero disimulaba bien, esforzándose por una inexplicable modificación de su orgullo en parecer peor de lo que era.
Sólo quedaban cuatro horas para la salida del buque; y Ulises, después de recoger sus maletas y enviarlas á bordo, dió un último paseo por todos los lugares donde había vivido con Freya. ¡Adiós, jardines de la Villa Nazionale y blanco Acuario!... ¡Adiós, albergo!... La inexplicable presencia de su hijo en Nápoles había amortiguado el disgusto por la fuga de la alemana.
Entre tanto, la de Rubín estaba sola con la enferma, porque Severiana se fue a la cocina. Le arregló las almohadas, y después ambas se estuvieron mirando. Fortunata pensaba en la simpatía inexplicable que aquella mujer le había inspirado siempre, a pesar de ser tan loca y tan mala. ¿Sería tal simpatía un parentesco de perversidad?
Doña Lupe no se atrevió a retenerle, pues aunque su corazón se llenó de sentimientos de soberbia y autoridad, nada de esto pudo traducirse al exterior, porque en el momento de intentarlo, un freno inexplicable la contuvo.
No se concibe cómo un sistema semejante puede tener cabida en tan elevado entendimiento; cuando se leen las elocuentes páginas en que está desenvuelto, se siente una pena inexplicable al ver empleados rasgos tan brillantes en repetir todas las vulgaridades de los escépticos, para venir á parar á la paradoja mas insigne y al sistema menos filosófico que se pueda imaginar.
Palabra del Dia
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