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«Yo, como vasallo desta corona y criado de V. E., en la voluntad al menos, para merecer serlo en la obra, deseo dar alguna muestra de mi servicio con que no parezca inútil del todo, y ésta que comienzo me anima á seguridad que llevo de no perder, por el ánimo grande de V. E., y porque, según la opinión con que indignamente me persigue el mundo, alabándome con exceso, quizá injustamente, pero para daño mío, que es fortuna de desgraciados y alabanza propia de enemigos, y tiros inexcusables los que se le hacen desta suerte, por mucho que me levante y suba con mi discurso, no poderé ya caer en más abismo de miseria del en que me hallo, pues aun lo bueno veo que me daña, que de lo malo no es justo esperar provecho, y más, señor, que ha llegado á término que no hay fruto mío, aunque parezca bueno, de que no tema que haya quien saque veneno contra .

Y le ha tenido con razón dijo con acento lleno y majestuoso la reina ; le ha tenido y debe tenerlo; se ha atrevido á sus reyes y se atreve; Lerma caerá... caerá... y yo pisaré su soberbia, yo que me he visto indignamente pisada por él. ¿Y sabéis, sabéis á quién se debe todo este cambio?... ¡A Dios! dijo con una profunda fe el padre Aliaga.

A don Quintín se le ocurrió una idea portentosa: pareciole que no cabía más en cerebro humano. Aquel hombre que se había burlado de él, le estaba facilitando el camino de la más sabrosa venganza. Otra era la que él tenía pensada; pero, pues las cosas venían rodadas... ¡también aquélla! Don Juan continuaba diciendo: ¿No está usted quejoso de ella, no se ha portado con usted indignamente?

Grandes altercados hay entre los nobles de León acerca de la tutela del joven rey Alfonso: Payo de Bivar, uno de los más poderosos, aunque lleno de orgullo, quiere arrebatarle sus bienes, é insulta grosera é indignamente al anciano Mendo de Benavides, su adversario.

28 Por tanto, pruébese cada hombre a mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. 29 Porque el que come y bebe indignamente, juicio come y bebe para , no discerniendo el cuerpo del Señor. 30 Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros; y muchos duermen. 31 Pero si nos examinásemos a nosotros mismos, cierto no seríamos juzgados.

Su propósito no lo penetraba don Víctor, pero sentía los efectos de la perfidia del canónigo. «», pensaba el ex-regente, mientras el Magistral volvía a enumerar los sacrificios de amor propio, pundonor y otras muchas cosas que exigía la religión a un buen cristiano a quien su mujer engañaba: «, he estado ciego, me he portado indignamente, he debido matar a Mesía de una perdigonada, sobre la tapia, o si no correr en seguida a su casa y obligarle a batirse a muerte acto continuo; el mundo lo sabe todo, Vetusta entera me tiene por... un... por un...» y saltaba don Víctor cerca del techo al oírse a mismo en el cerebro la vergonzosa palabra.

Yo, para quien Adela lo era todo; yo, que hubiera dado cien veces la vida por evitarle el más ligero disgusto, a , en fin, es a quien ha sacrificado indignamente. ¡Y es que ella no me amaba a !

Pero no fue así: la nueva brigadiera rechazó indignamente la fija mirada de adoración que Miguel tenía como muda caricia posada constantemente sobre ella. En vez de agradecerla y de sentirse lisonjeada, comenzó a exclamar ásperamente en presencia de los criados: «¿Por qué me mirará tanto este niñoMiguel no comprendió en un principio que su madrastra le daba calabazas.

Vea usted, por lo tanto, cómo me veo en la precisión de considerarle a usted mejor persona que Dios. Una ola de sangre subió al rostro del presbítero. El estupor, la indignación, le trabaron la lengua. Eso es mofarse indignamente de las cosas más santas articuló al fin. Me sorprende que habiendo usted recibido una educación cristiana haya llegado a tal extremo de impiedad.

Tiene indispensablemente que decirse, que entregar a su hija a uno de esos hombres, es entregarla a la peor de las alianzas, y degradar indignamente su propia obra. Su responsabilidad, en semejante materia, es tanto más pesada, cuanto que las jóvenes francesas, con nuestras costumbres, se hallan completamente imposibilitadas para tomar una parte seria en la elección de un marido.