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Esto es... nada que a usted le importe contestó el médico, alterado. Y Carmen, atolondrada, se quedó quieta y muda. Esta casa increpó entonces Narcisa, como un basilisco no se ha prestado nunca a... porquerías.... Ya está usted aquí de más, señor de Fernández.... Y se acercó a él tratando de cogerle por un brazo.

Hasta allí había llegado, agrandada por comentarios, la noticia de lo ocurrido en Matanzuela. El capataz movió su cabeza reprobando el suceso, y la hija, aprovechándose de una ausencia del señor Fermín, increpó a su novio, como si éste fuese el único responsable del escándalo del cortijo. ¡Ah, mardito! ¡Por esto había estado tantos días sin presentarse en la viña!

38 El estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y le despertaron, y le dijeron: ¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos? 39 Y levantándose, increpó al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y fue hecha grande bonanza. 40 Y a ellos dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?

Entonces no me necesitas para nada. ¡Está bien! exclamó con impaciencia. Pero cambiando súbitamente de intención, se me puso resueltamente delante y con ruda energía me increpó: Eres estúpido, injusto e insolente. ¿Qué te has creído?... ¿que pretendo sorprenderte? ¡Bonito oficio me atribuyes! ¡No, querido!

Quiso intervenir Cantarranas, y como la poetisa dijese no qué tontería de las muchas que tenía en la cabeza, D. Marcos la increpó duramente; salió á defenderla con singular tesón el Duque, y recibió de pasada, y como sin querer, un furibundo sopapo. Desde entonces fué aquello un campo de Agramante, y es imposible pintar el jaleo que se armó.

No quiso escuchar razones; la increpó, la injurió y la arrojó de su cuarto a empellones. Jamás consentiría en darle permiso. Primero quisiera verla muerta, y aun la mataría por su propia mano.

Apartó la muchacha el botín a un lado, y fue colocando platos de peltre, cubiertos de antigua y maciza plata, un mollete enorme en el centro de la mesa y un jarro de vino proporcionado al pan; luego se dio prisa a revolver y destapar tarteras, y tomó del vasar una sopera magna. De nuevo la increpó airadamente el marqués. ¿Y los perros, vamos a ver? ¿Y los perros?

De pronto, el paraíso que llevaba en la cabeza se hizo humo. Recibimos la noticia, no cómo, de la prisión da Von Kramer y de que habías sido su delator. La doctora me increpó, haciéndome responsable de todo. Por te había conocido, y esto fué bastante para que me incluyese en su indignación. Todos los nuestros hablaron de tu muerte, deseándotela con los más atroces martirios.