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La especialidad de nuestro poeta, en esta parte, ha sido confesada hace ya tiempo, y hasta Linguet, en la época en que no se aceptaban teóricamente las excelencias del drama español, aunque en la práctica, por las copias é imitaciones que se hacían de ellos, declara que Calderón, en este linaje de bellezas, es muy superior á todos los poetas conocidos.

Todas estas bellezas hacen de La Celestina una obra muy superior á cuantas imitaciones le siguieron, y hasta se puede dudar si la iguala el gran Lope de Vega en su Dorotea, imitación también de ella. Si había de elevarse el drama español á grande altura, era preciso que siguiera la senda trazada por los autores de La Celestina.

Estaba solo, debía sentirse triste, y le invitaba á comer, sin ceremonia, como parientes que eran. Sus excusas provocaron nuevas invitaciones por teléfono. El príncipe, como el que cumple un aburrido deber social, acabó por ir un anochecer á su palacete de la Avenida del Bosque, una de las numerosas imitaciones del Pequeño Trianón que existen en el mundo.

Si volvemos ahora la vista á las provincias orientales de España, observaremos la pronta acogida que tuvo la poesía provenzal, y las imitaciones que se hicieron de ella. La causa externa de este favor, que se le dispensó, fué la dominación de la casa de Barcelona, que hablaba la lengua de Oc, y desde principios del siglo XII se extendió á casi todas ellas.

Respecto á la explotación de los trabajos de otros poetas, mostró Matos Fragoso tan poco escrúpulo como Moreto. Algunas de sus comedias son sólo imitaciones ó reformas de otras antiguas, ya olvidadas en su tiempo, haciendo alarde en tales casos de mucho tacto y buena crítica al apropiarse las obras ajenas. Así, el fundamento de una de sus comedias más célebres, El villano en su rincón, es otra de igual título de Lope de Vega, de la cual se conservan escenas enteras. Matos ha incluído en la suya lo mejor de la de Lope; y como este drama más antiguo es, con toda propiedad, la imagen de una vida tranquila, para oponer la grata medianía de un labrador, descrita con bellos colores, á la de los reyes, lo dramático, propiamente dicho, aparece en último término; no así en El villano de nuestro poeta, que, conservando la lozanía y encantadora serenidad del idilio, enlaza el plan de la primera con intereses más importantes para nosotros, y que imprimen mayor unidad á todas las escenas. Indiquemos, pues, su argumento. Alfonso el Sabioquien Matos sustituye en lugar del rey de Francia) y uno de sus caballeros de corte, llamado Don Gutierre, conciben un amor entrañable por Beatriz, bella hija del rico labrador Juan, y, sin conocer ninguno de ellos la pasión del otro, se presentan disfrazados en la casa de labor del padre.

Montalván dice que, durante esta navegación, compuso el encantador poema titulado La Hermosura de Angélica, la mejor de sus imitaciones del Ariosto.

Prefiero la majestad de conjunto, la audacia de ángulos, ogivas, rosetones y flechas, y el capricho romanesco y la espontaneidad fabulosa ó excéntrica, que distinguen á la arquitectura gótica, toda inspiracion y vida. Si el arte moderno no ha de hacer otra cosa que copiar, preferiría las imitaciones góticas, como expresion del sentimiento cristiano.

El «Libro Cuarto», bajo el rubro de POESÍAS FAMILIARES, comprende las composiciones inspiradas por los afectos íntimos del hogar y de la amistad espansiva, descollando entre todas ellas la que lleva por título A mi hija Delfina. Por último, en el «Libro Quinto» están coleccionadas todas las imitaciones y traducciones poéticas del autor.

La generalidad del público conoce ya de fama a muchos de estos héroes, o los conoce por imitaciones o por estampas y pinturas, o por las óperas en que aparecen cantando. Bueno es que los conozca tales como son, en su primitiva fuente, en Shakspeare mismo. La traducción de D. Jaime Clark vale para esto como pocas traducciones.

Entre sus demás dramas, Don Sanche d'Aragon y la Suite du Menteur, son imitaciones respectivamente de El palacio confuso y de Amar sin saber á quién, de Lope de Vega. Ambos dramas son indudablemente de los mejores que cuenta la literatura francesa; pero cuando se comparan con sus notables originales, aparece de un modo indudable la falta de dotes poéticas de Corneille.