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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Reparaban todos en la hermosura de los pájaros, que hacían vibrar en el aire sus plumajes de colores. La velocidad de los vehículos dejaba detrás de su estela de polvo y humo un temblor de árboles conmovidos, de hojas que caían, de ramas que se entrechocaban, con gritos y saltos de los inquietos simios refugiados en sus copas.

18 Porque la maldad se encendió como fuego, cardos y espinas devorará; y se encenderá en lo espeso de la breña, y fueron alzados como humo.

Reinaba en el mostrador de un despacho de tabacos y, desde el prefecto marítimo hasta los alumnos de segundo año, toda la aristocracia náutica de Tolón iba a fumar y a suspirar a su alrededor. Pero nada podía trastornar aquella firme cabeza, ni los vapores del incienso ni el humo de los cigarros.

Si todo es humo, humo que hay dentro de esta cabeza». ¡Humo!... ¡ah!... , todo humo dijo Fortunata, poniéndole cariñosamente la mano en el hombro . No pienses y no temerás nada. Es la imaginación, nada más que la imaginación... la loca de la casa, como decía tu hermano Nicolás.

El humo, el fuego, los gritos, el estrago y el tropel, el polvo que en remolinos levantan los fuertes piés, hacen una zambra horrible en que danza Lucifer, y ni ceden los cristianos ni el moro piensa en ceder, que todos de la victoria buscan el noble laurel.

Venid, Romanos, ya por los despojos Desta ciudad en polvo y humo envueltos, Y sus flores y frutos en abrojos.

Las olas blancas de la niebla ruedan por la superficie de aquel mar, no con la regularidad de las líquidas, sino con majestuoso desorden en que se pierde la mirada. Aquí se las ve hervir, hincharse en trombas de humo y desparramarse después en copos como la nieve y desaparecer en el espacio; allá se abren como valles llenos de sombras.

Sacó del bolsillo un largo trapo blanco, le ató al extremo de una rama y le agitó tres veces en el aire á modo de bandera. Una nueva nubecilla de humo y otra detonación indicaron á los dos amigos que su señal había sido comprendida.

Quería aludir a la locura del poeta bucólico. El cual continuaba diciendo: No señores, no hablo a humo de pajas; yo la vida que llevaba esta señora viuda en la corte, porque era muy amiga del célebre obispo de Nauplia, a quien yo traté allí con gran intimidad.

Sentados en torno una docena ó más de toscos bebedores, quienes al ver á Roger prorrumpieron en voces tales que éste se quedo indeciso, mirándolos á través del humo que llenaba el local. ¡Otra tanda, otra tanda! gritó un gandul zarrapastroso. ¡Venga mi cerveza y que pague la tanda el recienllegado!

Palabra del Dia

vorsado

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