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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Después, el múltiple y desigual estampido de los disparos atronó el aire, y al disiparse el humo de la descarga se vio el cuerpo inmóvil y tendido de bruces en el suelo.

La mayor ó menor cantidad de humo que espele el volcán, la intensidad de calórico que irradia, la actividad en que mantiene sus hornillos, y las altas temperaturas y emanación de gases que constantemente se observa en las pequeñas lagunas, son indicios ciertos de que la lava y el fuego germinan en su seno.

Detúvose la cabeza de la columna al entrar en la plaza, resistiendo el empujón de los que venían detrás. ¡Nadie! ¿Quién iba a ayudarles? ¿Dónde estaban los soldados que debían unirse a ellos?... No tardaron en saberlo. De una reja baja partió una llama fugaz, una línea roja disolviéndose en humo. Un trallazo enorme y seco conmovió la plaza.

¡Sagunto! ¡Ay, qué nombre!, cuando se le ve escrito con las letras nuevas y acaso torcidas de una estación, parece broma. No es de todos los días ver envueltas en el humo de las locomotoras las inscripciones más retumbantes de la historia humana. Juanito, que aprovechaba las ocasiones de ser sabio sentimental, se pasmó más de lo conveniente de la aparición de aquel letrero.

La audacia y la despreocupación de un hombre son más fuertes que la historia. Pero cómo se desvanece todo... Aquello que ayer aún valía, hoy no vale nada y su encanto desaparece como el humo, como la nave, como la sombra... El hermoso misterio se disipó... La realidad todo lo mata... ¡Ay!

Aixa no se movía. Sus largos cabellos flamearon. El refajo que habían dejado sobre sus piernas ardió bruscamente. Una horrible convulsión corrió por todo su cuerpo. Entonces, imponente columna de humo y de pavesas la envolvió de súbito, ascendiendo acelerada y terrible en la penumbra de la tarde. El fuego rugía.

Entre el humo y los reniegos de los antros del vicio, la niña, asida de la mano del maestro, se paraba mirando ansiosamente, tratando de descubrir, al parecer inconsciente de todo, el objeto que buscaba y que absorbía todos sus sentidos.

Siempre se dejan pesares... aunque no sea más que el de los sueños no realizados. Los sueños son humo y no valen un pesar... Todo lo contrario... Hay sueños deslumbradores... tan inaccesibles, por desgracia, como el Himalaya... Eso se los lleva uno consigo... Para perderlos por el camino.

El capitán de la Vertrowen y yo nos echamos por aquellas calles; había por todas partes olor a aceite frito y humo de castañas asadas. En los bancos de las plazas, gente sentada pacíficamente descansaba; algunos obreros, endomingados, pasaban en coche, tocando la guitarra y cantando. Los chiquillos se reían de nosotros.

Los medinenses no se habían levantado todavía. Por lo menos, las ventanas y puertas de sus casas estaban cerradas, las chimeneas no expelían humo, y no había ni un alma en las silenciosas calles. Medina es extensísima, y compréndese muy bien, al verla, que desempeñe papel tan importante en la Historia de España.

Palabra del Dia

vorsado

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