Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 15 de julio de 2025


¡Mi muñeca!... ¡Qué lejos está!... Y, sin embargo, me parece que era ayer cuando ese querido objeto, informe y sin nombre, que había llegado a ser mi hija a consecuencia de múltiples desgracias, me absorbía hasta tal punto, que a su lado, a fuerza de amor, no sentía ya que era yo huérfana... No he conocido a mi madre, que murió al nacer yo.

La huérfana oía, desde su alcoba, historias que sublevaban su pudor, que le enseñaban mil desnudeces que no había visto en los libros de Mitología. Pero aquellas mujeres ya se habían olvidado de ella.

Se trata de la mujer que es todo para en el mundo. PANTOJA. Para es más: es los cielos y la tierra. MÁXIMO. Sepa yo al instante la maquinación que ha tramado usted contra esa pobre huérfana, contra , contra los dos, unidos ya eternamente por la efusión de nuestras almas; sepa yo qué veneno arrojó usted en el oído de la que puedo y debo llamar ya mi mujer. PANTOJA. No he dicho nada.

La soledad de aquella huérfana que vivía en compañía de un viejo excéntrico, la tristeza y necesidad de desahogo que en ella había notado, eran causas bastantes para estimular un espíritu menos impresionable y caballeresco. Su intento, su gran aspiración, era descifrar el misterio de aquella casa, y después salvar la encantadora y desdichada muchacha de la odiosa tutela de su guardián.

Dió algunos pasos hacia aquella persona, que era un clérigo de más que mediana edad, gordo y pequeño. Venía con su rosario en la mano y la vista fija en el suelo. La huérfana respiró con tranquilidad, porque aquel personaje venerable que tenía ante debía de ser un santo varón, de esos cuyo fin en la tierra es consolar á los afligidos y ayudar á los débiles. #Continuación del "vía-crucis".#

Huérfana desde su niñez, había sido criada por un hermano suyo, que la amaba con ternura, y por su nodriza, que adoraba en ella y la mimaba; sin que por esto dejase de haberse hecho una joven buena y piadosa. El aislamiento y la independencia en que había pasado los primeros años de su vida, habían impreso en su carácter el doble sello de la timidez y de la decisión.

Le conocí cuando yo servía en casa de D. Mauro Requejo..., y por cierto que el señor licenciado y yo tuvimos una cuestión con motivo de cierta jovencita..., una infeliz, señora, una desgraciada chiquilla, huérfana de padre y madre. A ver, cuéntame eso. Pues los Sres. de Requejo, que eran dos puerco-espines martirizaban a la damisela.

En la iglesia próxima, al dar de las ánimas el último toque, la madre espiraba, entre los sollozos de mi novia amada. Con un negro sayo cubrieron su cuerpo después con un velo cubrieron su cara: de amigos y deudos se llenó la estancia, y velaron todos a la pobre muerta. ¡Huérfana de mi alma! pensé en un momento de duda y de duelo ¿qué mano piadosa secará tus lágrimas?

La admiración por este abuelo de vida novelesca se amortiguaba al pensar en su madre. Pobre, huérfana y olvidada de sus parientes, había tenido que casarse con un hombre que casi podía ser su padre, llevando fuera de España la vida errabunda de las familias del cuerpo consular.

Ni una mirada para ese espectáculo brillante y ruidoso, ni una sonrisa para ese murmullo de admiración que la sigue, para los homenajes que la rinde la más alta nobleza de Sevilla y de Córdoba. Nada puede distraerla de sus santos pensamientos. Huérfana, rica, se entrega a Dios, y en su representación a la superiora de Santa María.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando