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Aceptada la galante invitación del Sr. Melliza, hicimos en su vaporcito Catalina la travesía de Donsol á Pilar en hora y media. Este pueblo se erigió por decreto del 6 de Agosto de 1861 con las visitas denominadas Santo Niño, Putiao, Sapa y Cadanlagan, dependientes del pueblo de Cagsaua, y las de Inang y Palatoan, anexas del de Albay.

Hubo beatas que supusieron que el mismo Padre había anunciado con exactitud el día y la hora de su glorioso tránsito, y no pocas acreditaron que había muerto en olor de santidad y que don Acisclo debía tratar de canonizarle, enviando a Roma con este fin un expediente bien claveteado.

MANIL. Ya, señor, las tres han dado: Hora será de comer, Si por dicha, como ayer, No te quedas olvidado. Deja la melancolía, Come y desecha la pena; Que aunque comas, será cena, Pasado lo más del día. Aunque a Jarifa aguardaras Con la mesa puesta ansí, Era ya tarde. ABIND. ¡Ay de ! Que en sólo el cuerpo reparas; Déjale al alma comer Suspiros, lágrimas, quejas.

En una hermosa noche del mes de octubre, durante las cacerías éramos vecinos en el campo , su marido había ido a pasar veinticuatro horas a París... A fuerza de súplicas y de juramentos, pude conseguir que me concediese pasar una hora en su habitación... ¡Perdón!... dijo la señora de Maurescamp, levantándose de su asiento , ¿si me fuese? No, no, no temáis nada.

EVARISTA. Basta... Eso ya no es inocente. CUESTA. Evarista, indulgencia. ELECTRA. Tía, no se enfade usted... EVARISTA. ¡Que no me enfade! Ya te arreglaré, ya. Corre a vestirte. Casi es la hora. ELECTRA. En un instante estoy... EVARISTA. Anda, anda. Ya ve usted, Leonardo... CUESTA. La tranquilidad con que se ha dejado sorprender sus secretos revela que hay en todo ello poca o ninguna malicia.

No había tal cuarto de hora, o por lo menos no era aquel cuarto de la hora a que aludía el materialista elegante.

Y más abajo: «Cuando obligada fuí á anunciar á su majestad la reina que el rey deseaba verla, no encontré á la reina ni en su cámara, ni en su dormitorio, ni en su oratorio, y á la hora en que os escribo no dónde está su majestad.

»Poco después entrábamos en el dormitorio de Magdalena, a la cual encontramos inquieta y visiblemente agitada. »No nos costó mucho trabajo adivinar la causa; Amaury se había marchado hacía media hora y mi hija creía indudablemente que estaba con Antoñita.

Dos meses antes, no hubiera podido estarse quieta media hora; los jardines la convidaban a correr. Ahora, por el contrario, la incitaban a dejarse estar así, inmóvil, y anonadada, como el güebro ante el sol. Una tarde, Pilar, al volver de su club, la halló como nunca pensativa. Tonta le dijo ¿en qué cavilas? Si vinieses al Casino, te divertirías mucho.

No podían ponerle en un cuarto, porque en toda la noche apenas los hubo desocupados, y allí, en la cocina vieja, estaba muy bien, por ser pieza de ventilación. Lo peor fue que a la mañana, cuando se levantaba para marcharse, le repitió el ataque, y todo el santo día le daban de hora en hora unos sincopieses tan tremendos, que se quedaba como cadáver, y costaba Dios y ayuda volverle en .