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Sólo unos cuantos metros separaban la vida moderna que circulaba por lo alto de aquella hondonada, donde aún subsistían las tradiciones de la existencia nómada, la barbarie de una raza errante insensible a todo progreso. Las dos vidas rozábanse diariamente, pero se ignoraban, se desconocían, sin que los de abajo, en su aislamiento, sintiesen la más leve influencia de los de arriba.

Un nombre raro, que se encuentra en varios sitios de la montaña, me ha hecho pensar en las cosas de lo pasado. En una hondonada, ligera depresión del suelo, brilla en lontananza como diamantito movible, un manantial que jamás se vería si el sol no revelase su existencia con uno de sus rayos.

Practicose esto de un modo permanente, respecto a dos hombres que colgaban ya de las ramas de un sicomoro, en la hondonada, y de un modo temporal con el destierro de otras varias personas de pésimos antecedentes.

Esta poblacion emigrante se alejó pues, conducida por Pacha, en busca de un recinto donde no pudiese llegar á ser descubierta; y habiendo traspasado los desiertos, finalmente se detuvo en una hondonada, á la que dio el nombre de Irimo: en este lugar, situado como doce ó catorce leguas al este de Aten, permanecieron estos indios mas de siete años sin que se les pudiese descubrir.

En el fondo de la hondonada, encontraron el cuerpo de su desgraciado propietario; pero el orgullo, la esperanza, la alegría, la Suerte de Campo Rodrigo no pareció. Emprendía ya el regreso con corazón triste, cuando un grito lanzado desde la orilla los detuvo; era una barca de socorro que venía contra corriente.

La parte de atrás de la casa de los hidalgos daba a una hondonada; tenía una gran galería de cristales y estaba hecha de ladrillo con entramado negro; enfrente se erguía un monte de dos mil pies, según el mapa de la provincia, con algunos caseríos en la parte baja, y en la alta, desnudo de vegetación, y sólo cubierto a trechos por encinas y carrascas.

Sita en una hondonada que forma un terreno elevado, llamado Los Altos, se ha visto forzada a replegarse sobre misma, a estrechar y reunir sus regulares edificios de ladrillo. El cielo es purísimo, el invierno seco y tónico, el verano ardiente y tormentoso. Hacia el oriente tiene un bellísimo paseo de formas caprichosas, de un golpe de vista mágico.

Formaba pequeña hondonada verde entre dos escuetos picachos blancos: la capilla de la Virgen en el centro completamente aislada. No había por allí ningún otro edificio. Desde las primeras horas de la mañana acudió la gente de los contornos y mucha también de sitios lejanos. Al mediodía estaba la romería en todo su esplendor.

De hondonada en hondonada; y de precipicio en precipicio, dieron las cabalgaduras con nuestros huesos en el término de la ascensión. Nos encontrábamos en la línea que divide las provincias de Cavite y Batangas. La división de estas provincias la deciden la dirección de las corrientes que se deslizan por las pendientes del Sungay.

Reformando su cauce en cada valle que limita la falda del monte, en cada hondonada que corta sus laderas, el agua de arroyos y torrentes quita á la nieve de las pendientes el cimiento que le servía de punto de apoyo. Bajo la acción de la gravedad, tienden entonces á desprenderse los aludes, y la montaña, como un ser animado, hace caer de sus hombros el nevado traje que la cubre.