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La Berrona era un animal, un fantasma ó un demonio muy grande, con dos ojos como dos hogueras, muchos pies y dos cuernos muy largos y muy derechos. Al andar hacía un ruido como de cadenas y cacerolas de latón que chocasen entre , y lanzaba berridos tremebundos, muy roncos y muy lentos, como las notas del piporro en las procesiones de la catedral.

Los gitanos permanecían en sus tabucos, ahumándose junto a las hogueras. En la casa de los amantes, ni pan ni fuego. Feli vestía sus ropas de verano, sin otro abrigo que un mantón comprado en una casa de préstamos. Isidro conservaba aún aquel macferlán de color indefinible, que era como la librea de su miseria.

La propiedad que tienen estos animales de acudir al resplandor del fuego la aprovechan los filipinos para pescarlos sin gran trabajo: encienden hogueras en las vintas y en la playa, y cuando acuden los clavan con el arpón. Otras veces emplean una red con bolsas donde caen los peces al saltar.

Emprendiéronla entonces con los depósitos de trépang, devorando las olutarias con bestial avidez. Al pie de las peñas ardían grandes hogueras, señal evidente de que estaban preparando el festín de carne humana. A las dos de la tarde todos los barriles de agua y el lastre de arena habían sido arrojados al mar, aligerando al buque de un peso de cerca de cuarenta toneladas.

Eran como los barcos que encallaban en Formentera antes que el gobierno pusiera faros. Los formenterinos, gente sin ley y dejada de Dios por ser de una isla más pequeña , encendían hogueras para engañar a los navegantes; y cuando se perdía el barco para éstos, no se perdía para los isleños, pues sus despojos hacían ricos a muchos.

No tengo más que un pecado... ¡Uno sólo que llena toda mi vida!... He sido el verdugo de aquella santa con la impiedad, con la crueldad de un centurión romano en los tiempos del emperador Nerón... Un pecado de todos los días, de todas las horas, de todos los momentos... No tengo otro pecado que confesar... La afición a las mujeres y al vino, y al juego, eso nace con el hombre... Pecado grande es haber sido verdugo de un alma y haber puesto en ella garfios encendidos en las hogueras del Infierno. ¡Los garfios que en las carnes de los condenados clava Satanás!... Y ahora me arrodillo para recibir la absolución... Señor capellán, la absolución, y la tuya también, mal hijo, ya que tienen esa gracia tus manos impuras.

Los niños, vestidos con pantalones de lienzo gris y con la cabeza y los pies desnudos, se calientan alrededor de las hogueras que hacen en las lindes de los bosques. Las espirales de humo azul se pierden en la altura, en donde grandes nubes blancas y grises permanecen inmóviles sobre el valle. Detrás de las nubes se descubren las cimas áridas del Grosmann y del Donon.

Cuando salió el Sol, la meseta se hallaba desierta y, a excepción de cinco o seis hogueras que continuaban humeando, nada revelaba que numerosos guerrilleros ocupaban los puntos estratégicos de la sierra, ni que habían pasado la noche en aquel sitio. Hullin, sin sentarse, tomó un bocado y se bebió un vaso de vino en unión del doctor Lorquin y del anabaptista Pelsly.

Se han callado muy bien, ó por mala fe ó por ignorancia, que en cualquiera de las naciones más cultas y urbanas de Europa, y sin tener Inquisición, se han cometido más crueldades, se han elevado más cadalsos, se han encendido más hogueras, y ha hecho más víctimas que en España la superstición religiosa.

En vez de pagar lo que debia, ordenó la espulsion de los judíos que en el término de cuatro meses no se hiciesen cristianos. El tribunal de la Fe, á pesar de sus hogueras i latrocinios, no fué bastante á destruir el judaismo en España. Mientras hubo Inquisicion hubo judíos. Desde que este tribunal fué abolido ningun español deja la de Cristo por la religion de Moisés. AP