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Actualizado: 17 de julio de 2025


No es nuestro ánimo pintar aquí la famosa batalla de Lepanto, ni al propósito de nuestro libro conviene; que el curioso puede verla en las historias que de ella hablan largamente, y con pelos y señales: gran jornada fue, gran gloria alcanzó en ella nuestra patria; que puesto que fueron diversas las naciones que con sus armadas a aquella empresa acudieron, por generalísimo fue nuestro don Juan de Austria, y a su prudencia y a su buen consejo y a su aliento, se debió que aquel grandísimo triunfo se lograse; y más grande fuera, si a todas sus consecuencias se hubiera llegado: a nosotros sólo nos compete decir en el presente libro, cómo fue que nuestro Miguel conquistó en aquella memorable jornada su glorioso apodo de Manco de Lepanto.

Descansaba la dama del ajetreo de aquel día, ya metidos todos los muebles, trastos y macetas en la nueva casa, y atacada de una intensísima tristeza que le devoraba el alma, llamó a su tirana para decirle: «No me has explicado bien por el camino lo que hablasteis. ¿Qué historias cuenta Nina de su moro? ¿Es este bien parecido?».

Adviértase además que, según se deduce de ella, había también cómicas que representaran en los teatros, al paso que más tarde, en tiempo de Felipe II, desempeñaban jóvenes del sexo masculino los papeles de mujeres. Representáronse allí muchas historias, que duraron cerca de cuatro horas.

Alegráronsele los ojos y aun las entrañas a Viváis-mil-años, porque se le ocurrió que la que de tal manera, y con dos que parecían maestros de obras, buscaba trazas y tomaba medidas en la huerta, debía haber comprado la casa, y empezó a echar cuentas con los provechos que tan buena vecindad podía procurarle; porque pensar que a tal divina beldad no habían de acudir como moscas a la miel los enamorados, era ser simple, y ya el rapista inventaba historias y enredos, que daba por seguros, y en los cuales él andaría como una importantísima persona, lo cual le produciría buenos escudos, cuando no sendos doblones; por todo lo cual, y ansioso de inquirir lo que hubiese, dejó la ventana, se dejó ir por las fementidas escaleras, y se lanzó en la calle, yendo a dar con su cuerpo en el bodegón de la tía Zarandaja, que en cuanto le vio acudió a la marmita, llenó una escudilla con uña de vaca y morcilla de lustre, y se fue al cabo de mesa, donde, en lo último del figón, se había sentado, como lo acostumbraba, el señor Viváis-mil-años.

De todos modos, doña Inés siguió admirando la virtud de Juanita, y aun formó desde allí en adelante sobre su casta entereza un concepto muy superior al que tenemos de las antiguas heroínas que nos ponen por modelo las historias sagradas y profanas.

Ha ocurrido aquí una cosa muy gorda que llaman crisis ministerial: consiste en que los que mandan se quitan para que manden otros. Pues bien; yo quise hacer la historia de esta cosa: he de confesar que yo no sabía nada de ella. Sin embargo, las historias de las cosas que no sabemos son las mejores historias.

Conviene que te registres bien el cuerpo todo, a ver si tienes en él algún lunar o seña por donde la marquesa venga en conocimiento de que eres hija de su hija; que yo he leído casos semejantes, en los cuales un lunarcillo, un ligero vellón o cosa así han bastado para que encarnizados enemigos se reconocieran como hijo y padre y como tales se abrazaran. De esto están llenas las historias.

¿Le gusta la música?... ¿Se interesa por la literatura?... ¿Sabe hablar?... ¿Es de los que tienen en la boca más que historias de caza o chismes de política?... ¡Demonio! exclamó el digno notario. Esto no es una proposición de matrimonio; es un examen... respondí sonriendo; es un examen. El matrimonio es cosa bastante seria para que desee no casarme solamente con una cara y una fábrica.

Habla de la hija, pero no de la madre. ¡Bastantes disgustos he tenido con la tal mujer, que tanto te persiguió! Pues la hija no te miraba con malos ojos... Señores, este hombre ha sido magnífico; lo es todavía. Y todas las mujeres, , todas, estaban con él como locas... habla, pues, á estos señores y no cuentes tus historias...

Y las viejas, en las veladas, van a tener materia para contar historias de aquí a cincuenta años. Compañeros dijo Hullin , todos vosotros conocéis el país y tenéis presente la sierra, desde Thann hasta Wissemburg.

Palabra del Dia

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