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Actualizado: 12 de julio de 2025
Sabe pulsar la cítara en arpegios bullentes, como del champagne rubios los topacios hirvientes, cuando su pecho embriaga la dicha del vivir. Suspiran sus cantares las campiñas de flores, las brisas de la sierra, los alegres rumores del bosque tropical; la lluvia que desciende en perlas diminutas, los oros del crepúsculo, las sombras de las grutas y el épico tumulto del fiero vendaval.
El humo del Mayon revela que los gigantescos cíclopes de los oscuros antros vigilan al pie de hirvientes lagos las enrojecidas montañas de candentes bloques, cuyas monstruosas y desiguales masas son azotadas de continuo por abrasados torrentes de cenizas y escorias.
Lívida claridad exhalan las hirvientes masas; reflejos cobrizos, matices violados dan al hacinamiento de nubes el aspecto de un horno inmenso de metal en fusión; parece que se ha abierto la tierra, dejando brotar de su seno un Océano de lavas. Los relámpagos que brotan en las profundidades del caos, vibran como serpientes de fuego.
Entonces éstas vuelven á presentarse violentas, á grandes borbotones, como los hirvientes manantiales que las despiertan. Humaredas, vapores sulfurosos, aire embriagador de la comarca, todo esto aseméjase al aura que hinchaba, turbaba á la Sibila y la forzaba á hablar. Es una erupción de nuestro cuerpo que hace salir afuera lo que más empeño se hubiera tenido en ocultar.
Píntate en tu imaginación, hermano Mohamad, cuál se quedaría tu bellísima y tierna esposa al ver súbito delante de sí al jayán de ese descomunal Alafrit con su disforme estatura, casi doble que la de la novia, cuya descripción te he hecho; con sus ojos semejantes, cada cual al corral de Belet, si estuviese ardiendo con azufre; con los hornillos de sus narices iguales a dos caleras humeantes e hirvientes; con sus dos piernas de figura salomónica, cada una formada de dos enormes serpentones enroscados; con su barba tejida de breñales y raíces de antiquísimos árboles, y con otros primores de tal jaez.
Miranda hubo de beber las aguas hirvientes y enérgicas de la Reja-Grande, sometiéndose a la vez a un complicado sistema de afusiones locales, baños y duchas, mientras la anémica absorbía a pequeñas dosis la picante linfa, gaseosa y ferruginosa del manantial de las Señoras. Estableciose desde entonces una lucha perenne entre Pilar y los que la acompañaban.
El profesor hablaba del oro arrastrado por las lluvias hirvientes de la creación planetaria y que estaba disuelto en el mar.
La rápida luz de los relámpagos mostraba instantáneamente, como una visión de ensueño, el mar negruzco con hirvientes espumas, los campos encharcados, que parecían llenos de peces de fuego, los árboles brillantes bajo su capa acuosa.
Al abandonar aquellas hirvientes aguas las bautizamos gravando en el añoso tronco de un árbol con la punta del bolo, Laguna de las lágrimas. De la Laguna de las lágrimas á Manito, solo hay 3 millas. Este pueblecito es el último de los que forman el partido de Sorsogon. Tiene 1.719 almas tributando 801. Se inscribieron en los libros canónicos 46 bautizos, 8 casamientos y 19 defunciones.
Muchas y magistrales descripciones de la cascada del Botocan conozco; respetables firmas suscriben aquellas; eminencias en la república de las letras la han admirado; buenos poetas le han consagrado sus inspiraciones, y hasta extraviados amantes la han popularizado haciendo á sus hirvientes espumas, cómplices de amargos desengaños; mas soy franco, ni la tradicional leyenda, ni el fugaz artículo, ni el profundo libro, ni el cuadro, ni la narración, ni nada de lo que hasta entonces había leído, visto ú oído referente á la cascada, se evocó á mi memoria cuando llegamos al borde del grandioso precipicio.
Palabra del Dia
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