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Actualizado: 21 de septiembre de 2025
Al decir esto se desnudaba para acostarse. «Yo también soy pobre afirmó Isidora ; pero con el tiempo, tal vez dentro de poco, tú y yo estaremos bien y tendremos todo lo necesario y aún más. La señorita gasta y come bien, y tiene a su hermanito muerto de hambre gruñó él, acostado ya. No seas tonto. Cállate y duerme. Si mañana no me das dinero, salgo a la calle y pido limosna. Ya sé yo cómo se pide.
Vueltos en sí, declaró uno de ellos que, a la hora en que Pedro negó al Maestro, se le apareció como vomitado por la tierra un franciscano con la capucha calada, y que con aquella voz gangosa que diz que se estila en el otro barrio le preguntó: ¡Hermanito! ¿Pasó la monja?
La gran noche, amigo Ojeda; y eso que aún estamos, como quien dice, al principio. Esos muchachos son encantadores. Tenemos concertada una pequeña reunión con varias chicas de la opereta para cuando termine el baile y se acueste la gente seria. ¿Y Nélida? Una valiente. Se ha deslizado fuera del salón, mientras emborrachaban a su hermanito los amigos de la banda.
Yo interpreto, acaso me equivoque, pero se me antoja que ella se pregunta: «¿Me gustaba Paco, cuando le veía en el pueblo, como debe gustar un novio a su novia? ¿Me gustaba sólo como hermanito?
Hasta ahora tu hermano se ha pasado sin tí muy bonitamente y por Tristán sé que en veinte años no se ha tomado una sola vez el trabajo de ir á Belmonte para mirarte á la cara. ¡Valiente hermanito vas tú á buscar! ¡No, pues y la fama que tiene en toda la comarca! añadió Tristán.
El tunante de tu hermanito se ha escapado de Medina y anda por ahí con otros perdidos. ¡Si pone los pies en esta casa cuenta conmigo! Soledad prometió no recibirle si lo intentaba. Pero esto era fácil de prometer y no de cumplir. Un día, hallándose sola en la tienda, se presentó de improviso Miguel, escuálido, andrajoso, muerto de hambre. ¿Qué iba á hacer la pobre sino socorrerle?
Si no me le dejan ver, dígale usted que estoy aquí, que está aquí su Isidorita, que viene a darle un beso, que mañana traeré a Mariano, mi hermanito... ¡Ah Dios mío!; pero él no entenderá, no entenderá nada. ¡Pobre hombre! ¿Y no hay esperanzas de que vuelva a la razón?». El Director hizo signos de cabeza y boca sumamente desconsoladores. Parecía empeñado en quitar toda esperanza.
Lo hombre han de zer hombre siempre. ¡Que lo diga y le daré una piztola para que nos peguemo un tiro! ¡Y zi viene el papá, ze lo pego al papá, canazto! ¡Y zi viene el hermano, ze lo pego al hermanito! ¡Y zi viene el abuelito, al abuelito! ¿Eztamo?» Los chicos quedaban petrificados de terror.
Se ve que este mozo del campo no cree en «la educación de una joven a la moderna», y arregla a palos los problemas de honor. La niña tiembla al pensar en la futura entrevista y en lo que pueda decir el hermanito, que la amenaza con sus revelaciones; por ella no llegaríamos nunca a Buenos Aires... Pero sus terrores pasan pronto: los olvida apenas se ve rodeada de hombres.
Decía que la indiscreción del chinchoso de su hermanito, llegado justamente en el momento en que estaba tratando con su amiga de los puntos más delicados, por poco hace fracasar las negociaciones. El hermanito empalidecía escuchando aquel horrible peligro que había corrido sin saberlo.
Palabra del Dia
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