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Actualizado: 12 de octubre de 2025


Rivera manifestó Utrilla, comenzando a pegar feroces chupetones al cigarro, no sabe V. lo que a me alarmó verle pasear la calle de su hermanita.

Miguel, más galante que los gatos, no sólo se dejaba tirar de los pelos con la paciencia de un mártir, pero hasta buscaba con afán las ocasiones del martirio. Con una generosidad de que hay muy pocos ejemplos en la historia, no solamente perdonaba a su hermanita sus feroces caricias, sino también los malos tratos y desabrimientos que por causa de ella estaba obligado a padecer.

Embelesada con la conversación de su novio, que iba a su lado, con la carátula en la cabeza como montera y casi tan majo como ella, y seguida de su padre y de su hermanita, habían estado todos en la plaza, donde Pepito se había despilfarrado feriando los dulces.

Un agradecimiento infinito inundó mi corazón: me apoderé de esa mano que temblaba en la mía, y posé en ella larga y tiernamente mis labios. ¿Qué haces, hermanita, qué haces? dijo Marta con su voz cansada, ligeramente velada. Me levanté. La vi delante de , pálida, con las mejillas huecas, y los ojos, donde brillaban lágrimas, profundamente hundidos en las órbitas.

Sin dejarle tiempo a reponerse le preguntó con interés por su hermanita, por su vida, por sus mariposas. Raimundo contestaba a sus preguntas con sobrado laconismo, no por frialdad, sino por su falta de mundo. Pero ella no se desconcertaba. Seguía cada vez más cariñosa envolviéndole en una red de palabritas lisonjeras y de miradas tiernas.

En mi casa... estamos de toda confianza... Puedes ir como estás ahora..., menos lujosa aún... y hasta puedes llevarte allí la labor... Ya verás cómo te distraes allí por las noches. Tu hermanita se distraerá también, porque van a casa pollos proporcionados a su edad e irán más cuando sepan que va ella. En cuanto a tu marido..., no es un requisito indispensable que te acompañe siempre.

No qué nuevos sonidos arranca mi alegría a las teclas. «Con esta marcha me casé yo; con esta misma te casarás ». , , ¡ay de ! dice tristemente mi dulce hermanita: antes de llegar a esa marcha, ¡buena lucha nos espera con mamá, con mis cuñadas, con las tías de Carlitos, con la abuela del rey de los cipreses! ¡y que no es orgullosa la señora! ; con los pagarés, con las hipotecas, con...

Y mientras esto decía, besaba el rostro terso y sonrosado de su gentil hermanita. La niña respondió entre sollozos: ¡Ay, María, te pierdo para siempre! No, querida, no... Me verás muchas veces... y hablarás conmigo. ¡Qué importa!..., te pierdo, hermana mía...

Su inocencia era un velo espeso, que nos impedía ver el riesgo que corríamos. En poco tiempo me contó una infinidad de cosas. Era de Jerez; no hacía más que un año que estaban en Madrid establecidos; su papá ocupaba un alto empleo; tenía dos hermanitos y una hermanita.

Una chica guapa que se había dejado atrapar. ¡Bonito estaría que don Juan de Todellas se desvelase por tan poco! Caída... seducción... engaño... palabrería ridícula. Pasados los dieciocho años ella no es nunca seducida, sino seductora. A pesar de todas estas reflexiones, el pobre hombre pasó la noche pensando en Cristeta como colegial enamorado de la hermanita de un compañero. <tb>

Palabra del Dia

aprietes

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