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Actualizado: 25 de julio de 2025
Su hijo tenía que tratar gentes de todas clases, herejes y hombres sin religión; extranjeros que consumían los vinos de la casa, y al pasar por Jerez habían de ser recibidos con el agasajo que merecen los buenos clientes. ¡Ser buenos servidores del Señor y tener que tratar a sus enemigos como si fuesen iguales!
Mas yo me tengo la culpa de todo, que no avisé a vuestras mercedes de los disparates de mi señor tío, para que lo remediaran antes de llegar a lo que ha llegado, y quemaran todos estos descomulgados libros, que tiene muchos, que bien merecen ser abrasados, como si fuesen de herejes.
No fue menester, por ejemplo, de la Inquisición de España para el suplicio de Vanini, de Bruno, de Miguel Servet, de Tomás Moro y de María Estuardo. Si hiciésemos la exacta estadística de todos los herejes quemados vivos en España, acaso sería menor su número que sólo el de las brujas y brujos que en Alemania fueron quemados.
Debemos advertir que estos judíos herejes, tan elegantes en el vestir, gastaban ciertas espantosas carátulas, con enormes narices, a veces como berenjenas amoratadas y llenas de verrugas, porque los judíos de los tiempos antiguos eran más feos que los de ahora, si bien entonces tenían la mar de dinero, cuando se vestían con tanto lujo.
Le has de ver obispo y puede que Papa... ¡Leña a los herejes y protestantes; duro, firme!». Acto seguido, Encarnación cogió al niño por un brazo y se dispuso a salir. «¿A dónde va usted? A ver la corte, que va hoy a Atocha de toda gala. Me pirro por ver la gala de la corte de España, que es la primera del orbe mundo. Pero ahora, hijita, todo es miseria.
Parecer ser que el Bearnés se acercó, ya pasada la media noche, cuando todos los vecinos dormían; pero, por un caso, en que se echa de ver la mano de Dios, los herejes apoyaron sus escalas en la Puerta Papal, donde se hallaban a la sazón algunos religiosos de nuestra Compañía. Al asomar los primeros asaltantes, nuestros hermanos dan repetidas voces de alarma.
I esto era, mas que devocion, codicia de apoderarse de los muchos i grandes bienes que solian tener los mas principales judíos, convertidos á la fe; puesto que segun las ordenanzas del tribunal establecido en Sicilia, la tercia parte de las haciendas embargadas á los herejes para despues confiscarlas, pasaba á los bolsillos de los inquisidores.
Si cabe comparar lo sagrado con lo profano, sería esto tan ridiculo como si el Estado erigiese un magnifico templo y ensayase en él la religión de Brahma, de Buda, de Zoroastro ó de cualquier profeta flamante, á ver si el pueblo la prefería al catolicismo y se convertía. Si en la religión hay herejes, en las artes también los hay.
En efecto, como el árbol y el fruto en la simiente, los descubrimientos científicos, las máquinas y las invenciones que han elaborado las instituciones libres, la salud, la riqueza y el bienestar, estaban en el camino inaugurado por Euclides, Sócrates, Fídias, Aristóteles y Arquímedes, y no estaban en la senda en que trabajaron Zoroastro, Moisés, Confucio, Buda, Jesús y Mahoma, como que no han sido encontrados por sus respectivos secuaces o fieles, sino, por sus rebeldes, herejes o infieles a medias o a enteras, que, apartándose de esta vía, se echaron a andar por aquella.
Los que frecuentaban las iglesias y se relacionaban con el clero ligábanse tácitamente contra los herejes del poder, acogiendo con alegría y comunicándose velozmente las noticias favorables a la causa monárquico-católica, y llenos de zozobra y tristeza las adversas.
Palabra del Dia
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