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¡Bueno: basta! ¡Al diablo!... ¡Yo no los traje a ustedes de tutores!... ¡Váyanse cuando les la gana! ¿Entienden?... Yo lo que hago... ¡Váyanse al diablo, y cuanto antes!...

«, esta es la tercera o cuarta cama en que duermo... De chiquita... no hago memoria... ¡Ah, ! Mi madre era rubia, muy guapa: siempre estaba trabajando con almohadillas, encajes y alfileres...; el pelo como el oro, la voz dulce...; debió de ser muy desgraciada. ¡Por qué no habrá vivido mi madre! Luego he dormido en casa de los tíos. ¡Pobrecillos, nunca les abandonaré!

O ¿quien podrá acertar, que estoy enseñado A tratar de tristezas y lamento, Y poco de placeres he gustado? Pues esto de la guerra hago á tiento, Que menos de las armas he probado: A vos, Señor, favor pido y demando, Que vuestra ayuda sola voy buscando.

La Villasis, sin embargo, no se mostraba muy propicia, y echándose a reír, le dijo: ¿Pero qué falta hago yo, mujer?... La misma que los perros en misa... No digas eso, María, porque ni misma lo crees replicó la otra muy apurada.

Siempre, naturalmente, que los millones no se quedaran todos en algunos bolsillos particulares... Hay muy poco dinero en España. Poco y malo. El primer tendero a quien le doy un duro lo coge y lo arroja diferentes veces sobre el mostrador con una violencia terrible. Yo hago votos para que, si no es de plata, sea, por lo menos, de un metal muy sólido, porque, si no, el tendero me lo romperá.

Os traeré en mi coche si os divierten los Jardines. Mi poeta y algún otro nos escoltarán. Es menester darse tono. No es cosa de venir aquí dos muchachas como dos aventureras. Mucho tengo que agradecerte exclamó doña Beatriz. No, niña mía, no me agradezcas nada. Lo hago por egoísmo. Aquí para entre nosotras, la vanidad no me ciega; voy siendo ya cotorrona.

Bien, ¿y ? respondió García mirándole cada vez con mayor sorpresa. ¿Yo...? ¡Divinamente! Y se sentó frente a él y le clavó una larga mirada insistente y dura. Desde que hago una vida más higiénica añadió me encuentro perfectamente. Ya no paso las tardes en el café, como antes; ahora me dedico a dar paseos entre los árboles, buscando atmósfera más pura.

Empleó la joven toda clase de resortes; pidió, suplicó, se puso de rodillas con las manos en cruz, lloró... Después exigió, amenazó, insultó: todo fue inútil. Hable usted con su papá decía Guimarán por toda contestación . Yo no hago más que cumplir su voluntad.

-Abrenuncio habéis de decir, Sancho, y no como decís -dijo el duque. -Déjeme vuestra grandeza -respondió Sancho-, que no estoy agora para mirar en sotilezas ni en letras más a menos; porque me tienen tan turbado estos azotes que me han de dar, o me tengo de dar, que no lo que me digo, ni lo que me hago.

Hago aquí esta declaración para que doña Beatriz, a quien pronto oirán hablar mis lectores, no los coja desprevenidos. Doña Beatriz era listísima.