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Actualizado: 29 de mayo de 2025
FRAICHEROSE. Yo, vida mía, no puedo evitar que sufras; no hago nada para que padezcas... Eres el amado de mi corazón, ¿y no te basta...? En tu oficio no se sufre, porque se sufre todo... FRAICHEROSE. Soy sincera, chico; al pan, pan, y al vino, vino. Yo no siento una pasión loca por ti; pero tampoco me desagradas.
Por Dios, no me deis jaquecas. Si estáis reventando por hacer las paces, ¿a qué tantos remilgos? Bien hago yo en no meterme en nada, bendita de mí». Y de este modo se verificó aquella restauración, aquel restablecimiento de la vida legal.
18 No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. 19 He aquí que yo hago cosa nueva; presto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez pondré camino en el desierto, y ríos en la soledad. 20 La bestia del campo me honrará, los dragones, y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido.
Ello es que estas caricias menudeaban tanto, que no hago memoria de si recibí alguna en aquella ocasión: lo que sí recuerdo es que mi señor, a pesar de haber redoblado sus amabilidades, no consiguió ablandar a su consorte. No he dicho nada de mi amita.
Ese hombre, yo no lo conozco ... Un día entró en casa ... me dijo.... No me hables, no me mires ... Todo lo he sabido. ¿Por qué mi tío te puso en esta casa? ¿Qué hiciste allá? ¿Por qué estas señoras te tienen encerrada y sin ver á nadie? ¿Qué has hecho? No te puedes disculpar, no. Soy un necio si hago caso de las disculpas que me vas á dar.
Ahora a ello y sin temor: no hago caso de la vieja; al fin y al cabo, no me es nada ¡Ea, pues! Y se retiró hacia el umbral de un reducido cuarto, apenas mayor que un armario, separado del cuarto principal por un tabique y que tenía una pequeña cama en su pequeño y oscuro recinto.
No es el elogio, sino la apoteosis la que hago de Rivadavia y su partido, que han muerto para la República Argentina como elemento político, no obstante que Rosas se obstina suspicazmente en llamar unitarios a sus actuales enemigos. El antiguo partido unitario, como el de la Gironda, sucumbió hace muchos años.
No me diga usted que no. Yo no tengo ideas políticas aseveró Julián sosegadamente; y de pronto, como recordando, añadió: ¿Y no sería bien dar una vuelta a ver cómo lo pasa la señorita? ¡Pchs!... No hago por ahora gran falta allá, pero voy a ver. Que no se lleven la botella del ron, ¿eh? Hasta dentro de un instante.
Pues si no ha de estar en Madrid más que unos cuantos días, y no tiene horas extraordinarias de acostarse y levantarse, no hay inconveniente en que V. le ponga una cama en el gabinete.... Pero cuidado... ¡sin ejemplar!... Descuide V., señorito, no volveré a molestarle con estas embajadas: Lo hago únicamente porque D. Ramón no vaya a parar a otra casa.
Por lo mismo me visto; ¿quién sino yo anda con levita? Lo hago para que me conozcan desde lejos.» Este señor es primo y compañero de negocios de don Juan Manuel Rosas.
Palabra del Dia
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