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Pero el hado, que de muy distinta manera tenía resuelto atar los cabos de estos sucesos, dispuso, sirviéndole de instrumento Perico, que Miranda comenzase presto a hallarse satisfecho, entretenido y regocijado en aquella babilonia y golfo parisiense, por cuyos arrecifes y bajíos le piloteó el pollo Gonzalvo con más acierto y destreza que buena intención.

Lavaos las manos, y limpiaos el cuello. Dad aca el agua: el fuego no se enciende? No hay quien pueda, señores, encendello? O Jupiter! qué es esto que pretende De hacer en nuestro daño el hado esquivo? Cómo el fuego en la tea no se enciende? Ya parece, señor, que está algo vivo. Quítate afuera, ó flaca llama escura, Que dolor en mirarte ansi, recibo.

Qual suelen las ovejas descuidadas, Siendo del fiero lobo acometidas, Andar aqui y alli descarriadas Con temor de perder las simples vidas: Tal niños y mugeres delicadas, Huyendo las espadas homicidas Andan de calle en calle, ó hado insano! Su cierta muerte dilatando en vano. Al pecho de la amada nueva esposa Traspasa del esposo el hierro agudo, Contra la madre, ó nunca vista cosa!

Podrán también perjudicarte excitando tu amor propio y haciéndote pensar que eres genio o estás cerca de serlo, con lo cual es probable que te pongas en ridículo. Para ser genio se requieren los 100 grados bien cubiertos, y aun así, el genio suele quedar latente si el hado propicio no le saca a relucir. Entonces aparecen Cervantes, Newton, Shakespeare, Hegel y otros tales.

Jugóse allí al presente que faltaba De carne media libra al desdichado, Y el peje palometa lo llevaba En la boca redondo aquel bocado. Mas de otro decir que lamentaba Su suerte desastrosa y triste hado, Que en la boca de un pez perdido habia, Lo que el pez le cortó con gran porfia.

Desta Silvia enamorado Andube un tiempo en mi tierra, Y la fuerza desta guerra Me ha traido á este estado. Cumpli en esto mi deseo, Y pensando ir á Milan, Truxome el hado á este afan De esclavitud, do me veo. No pierdas la confianza En esta vida importuna, Pues sabes que de fortuna La condicion es mudanza.

Terrible ofrecimiento es el que has hecho, Y en él, Morando, se nos muestra claro Que no hay cobarde enamorado pecho, Aunque de tu virtud y valor raro Debe mas esperarse; mas yo temo Que el hado infeliz se muestre avaro.

«¡A estas horas! ¡Las once de la mañana! ¡Qué elegancia! ¡qué distinciónpensaban los dependientes a quienes el hado adverso obligaba a levantarse de la cama a las seis todos los días.

Mas ya que el revolver del duro hado Tenga el ultimo fin estatuido Deste tu pueblo Numantino amado, Pues á terminos tales ha venido, Un consuelo le queda en este estado, Que no podran las sombras del olvido Escurecer el sol de sus hazañas, En toda edad temidas por estrañas.

Lira, que acortes la hambre, Entretanto que la estambre De mi vida corta el hado. Pero mi sangre vertida Y con este pan mezclada, Te ha de dar, mi dulce amada, Triste y amarga comida. Ves aqui el pan que guardaban Ochenta mil enemigos, Que cuesta de dos amigos Las vidas que mas amaban. Y porque lo entiendas cierto Y quanto tu amor merezco, Ya yo, señora, perezco, Y Leoncio ya está muerto.