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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Sube, hija mía, sube dijo el clérigo abriendo la puerta y hablaremos de eso. Yo te diré dónde está esa calle, y mañana podrás.... No, yo no le quiero ver á usted más. Pero dígame por dónde debo dirigirme. ¿Por qué me ha engañado usted? La joven rompió á llorar como un niño.
No la irritemos; un malparto sería una catástrofe horrorosa; la catástrofe de mis esperanzas, de mi vida entera. Después del parto, ya hablaremos».
Precisamente el pobre Sr. Rufete está sufriendo ahora una crisis bastante peligrosa». La del ruso cruzó las manos, y miró al techo. «El señor facultativo está haciendo ahora la visita... Le hablaremos, veremos lo que dice. Si él consiente... Pero no lo consentirá. No conviene que usted vea a su señor padre ahora. Más tarde... Siéntese usted, tranquilícese.
Fué este el rey D. Sancho I, hijo de D. Ordoño III. Ibn' Abdi-r-rabbihi, cit. por Al-Makkarí en el cap. V, lib. VI de su Hist. Mas adelante hablaremos de este procedimiento llamado por los árabes el Sofeysafá, empleado con profusion y admirable efecto en el mihrab de la mezquita que vamos describiendo.
16 Entonces dijo Judá: ¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos? ¿O con qué nos justificaremos? Dios ha descubierto la maldad de tus siervos: he aquí, nosotros somos siervos de mi señor, nosotros también, y aquel en cuyo poder fue hallada la copa. 17 Y él respondió: Nunca yo tal haga; el varón en cuyo poder fue hallada la copa, aquel será mi siervo; vosotros id en paz a vuestro padre.
Hablaremos mas adelante de esta mina de filtracion, hecha por cautivos cristianos en los mejores tiempos del imperio árabe. Ignoramos la época en que fué fundado este castillo: solo sabemos que pasó el camino por medio de él hasta que Enrique II lo mandó reparar y ampliar en el año 1369.
Mientras hablaremos de otra cosa. Para cosas tristes, tiempo habrá. Procuré tranquilizarla. Le referí mil casos de enfermedades nerviosas que tenían aspecto de gravísimos males, y que con el tiempo y el cuidado habían desaparecido, dejando a los pacientes buenos y sanos. Pareció convencida y, volviéndose a mí, me dijo sonriendo: Te habrás paseado mucho. Vas a ver esto muy triste.
Hace frío y necesitas calentarte. Yo entro contestó el loco , pero es para tratar de un asunto muy importante; es para una cuestión de Estado..., para pactar una alianza indisoluble entre los germanos y los triboques. Bien; pues hablaremos de eso.
Basta de niñerías dijo don Juan de repente, atrayendo hacia sí la puerta y abriéndola de par en par . Entra en mi cuarto, o déjame que entre en el tuyo, y hablaremos tranquilamente. ¿Tranquilamente? ¿Lo dudas? ¡Como no me has avisado que venías, y luego has tomado ese cuarto! ¿Había de irme lejos pudiendo estar cerca? ¡Dilo, alma mía!
Como las pragmáticas en esto de duelo son rigurosas, y como á mí me querían mal en la corte, creí prudente huir, y me amparé en Navalcarnero. Allí conocí á Juan Montiño... excelente muchacho... corazón de perlas, alma de ángel en cuerpo de hombre. Pero tan burlador como vos. ¡Bah! Después hablaremos de eso. Estuve algún tiempo en Navalcarnero, se arregló lo de la muerte, volví á la corte.
Palabra del Dia
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