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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Emma arrojó el buche de Jerez al suelo, y alargando más el pie hacia su esposo y enseñando parte de la pantorrilla, gritó como si hablara a un sordo: Quiero decir, por los clavos de una puerta, entiéndelo, que bien claro está... quiero decir que... qué te parece de ese pie que te enseño, mastuerzo. Primoroso, hija mía.
Era, pues, necesario, buscar a otro asesino. Interrogaron a le Tas, pero no pudieron obtener nada. De pronto se golpeó en la frente diciendo: ¡Bestia de mí! ¡es él! ¡El miserable! ¡Le haré despellejar vivo! pero, ¿para qué? Ya hablará. Enterrad a mi señora, echadme a mí a la basura y él que se vaya al diablo.
Antes que la muchacha hablara, el señor de los tirantes volviose adentro y dijo: Hijo mío, aquí tienes a la Nela. Salió de la casa un joven, estatua del más excelso barro humano, grave, derecho, con la cabeza inmóvil y los ojos clavados y fijos en sus órbitas, como lentes expuestos en un muestrario.
-Señor -respondió Sancho-, cada uno ha de hablar de su menester dondequiera que estuviere; aquí se me acordó del rucio, y aquí hablé dél; y si en la caballeriza se me acordara, allí hablara. A lo que dijo el duque: -Sancho está muy en lo cierto, y no hay que culparle en nada; al rucio se le dará recado a pedir de boca, y descuide Sancho, que se le tratará como a su mesma persona.
Es viejo para mí, pero me parece muy formal y cariñoso. Nada tendría de particular que al fin cayera con él.» Granate atendió con extremada fijeza, abriendo de modo descomunal sus ojazos. Cuando Paco terminó la lectura dijo con voz profunda, como si hablara consigo mismo: Esa carta es ipócrifa. Volvieron los tres a mirarse haciendo lo posible por contener la risa.
Sabía de buena tinta que la traviesa Amparito había tronado con el artillero; consideraba además como de muy buen signo que doña Manuela hubiese invitado a su familia, desechando la anterior frialdad; pero a pesar de esto, el bebé le había recibido con una sonrisa maligna, burlona, y antes de que hablara, se agarró del brazo de sus amigas, dejándole con la palabra en la boca.
Pero os traeré mi sillita con unos retazos de tela colorada y otros chiches para que pueda jugar con ellos. Se sentará y les hablará como si estuvieran vivos. ¡Ah! si no fuera un pecado querer ver los hijos de otro modo que como son que Dios los bendiga , hubiera deseado que uno de ellos fuera mujer; y decir que hubiera podido enseñarle a zurcir, a remendar, a tejer y muchas otras cosas.
¡Oh! ¡y si te hablara ese sillón! dijo el tío Manolillo. Si el sillón calla, España acusa con la boca cerrada los resultados de los secretos que junto á este sillón se han cruzado entre un rey demasiado rey, y un fraile demasiado fraile. Pero al fin, don Felipe II... No era don Felipe III. En cambio, el padre Chaves, no era el padre Aliaga.
Toda la diferencia entre el hombre ilustrado y el salvaje estará en los términos de su conversación. Lord Wéllington hablará de los whigs, el indio nómada hablará de las panteras; pero iguales penas le acarreará a aquél el concluir con los primeros, que a éste el dar caza a las segundas. La civilización le hará variar al hombre de ocupaciones y de palabras; de suerte, es imposible.
Estos triunfos atenuaron en Francia la pérdida de Trafalgar; el mismo Napoleón mandó a los periódicos que no se hablara del asunto, y cuando se le dio cuenta de la victoria de sus implacables enemigos los ingleses, se contentó con encogerse de hombros diciendo: «Yo no puedo estar en todas partes».
Palabra del Dia
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