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Actualizado: 26 de octubre de 2025
Pero María Elvira no pensó en contestarlo, contentándose con mirarme un instante más y apartar la vista con una corta sacudida de hombros. Vamos me dijo bruscamente. Quiero bailar este vals. Es justo me levanté. El sueño de vals que bailábamos no tiene nada de divertido. No me respondió. Mientras avanzábamos al salón, parecía buscar con los ojos a alguno de sus habituales compañeros de vals.
Tenía aún la mirada muerta y el labio pendiente, tras su solitaria velada de whisky, más prolongada que las habituales. Mientras se lavaba, los perros se acercaron y le olfatearon las botas, meneando con pereza el rabo. Como las fieras amaestradas, los perros conocen el menor indicio de borrachera en su amo. Se alejaron con lentitud a echarse de nuevo al sol.
Aquí vive para ellos la esperanza, sin la cual resulta intolerable la existencia... No hay más que hacer memoria de nuestro origen: usted es rusa, Federico italiano, Watson de los Estados Unidos, yo español. Fíjese también en la procedencia de nuestros habituales visitantes: cada uno es de una nacionalidad distinta. Lo que yo digo: ésta es la tierra de todos.
Cruzaba discretos saludos con los fieles habituales, gentes del barrio procedentes de las diversas repúblicas del nuevo mundo. Le parecía estar más cerca de Dios y de los santos al oir en el atrio conversaciones en su idioma. Además, era á modo de un salón por donde transcurrían los grandes sucesos de la colonia sudamericana. Un día era una boda, con flores, orquesta y cánticos.
De este modo examinó á su paciente con el mayor esmero y cuidado, no solo como le veía en su vida diaria, sin desviarse del sendero de las ideas y sentimientos que le eran habituales, sino también como se le presentaba cuando, en otro medio diferente tanto moral como intelectual, la novedad de ese medio hacía dar expresión á algo que era igualmente nuevo en su naturaleza.
Y entonces se recoge en su asiento, toda arrugadita, toda temblorosa, y llora como una niña. Cuando se ha hecho de noche, la vieja se ha levantado y ha encendido la capuchina. Sonaban, unas largas, otras breves, las campanadas del Angelus, y ella ha rezado sus habituales oraciones a la Virgen. Después de estos rezos, ella tiene por costumbre hacer la cena; pero esta noche no la ha hecho.
La señorita Helouin es además bonita, inteligente y llena de talento, y aunque prodigue un poco todo esto, por la vivacidad de sus salidas, su febril coquetería, y esa ligera pedantería que son las propensiones habituales del empleo, convengo en que había muy poco mérito en sostener el papel caballeresco que me había propuesto.
Estas grandes turbaciones agravaron los habituales achaques del cardenal y le ocasionaron la muerte. Con la feliz victoria de Almansa y el nacimiento de un príncipe real, recobró el reino la esperanza de alcanzar dias mas bonancibles. La iglesia de Córdoba celebró repetidas fiestas de accion de gracias en la catedral y en el célebre santuario de la Fuen-Santa.
Además, el buque pasaba muy lejos... Volvían al fumadero a continuar sus partidas de poker, o formaban en la cubierta los corrillos habituales, hablando tendidos en el sillón, hasta que el cabeceo de la somnolencia les hacía levantarse titubeantes, camino del camarote, para continuar la siesta.
Uno de nuestros habituales repartidores cayó enfermo, y en el apuro se mandó a De-Hinchú que desempeñase interinamente sus funciones. Con objeto de evitar equivocaciones, la noche anterior le enseñaron la ruta, y al amanecer le entregaron el número ordinario de ejemplares para repartir.
Palabra del Dia
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