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Actualizado: 16 de julio de 2025
Anduvimos por la costa. Allí no estaba el bote; o se lo habían llevado o nos habíamos despistado de noche. Ugarte se puso a blasfemar y a lamentarse de su suerte. Allen le dijo que se callara; la Providencia nos estaba favoreciendo, y blasfemar así era desafiar a Dios. Ugarte le contestó sarcásticamente, y hubieran llegado a las manos, a no ponerme yo en medio a tranquilizarlos.
El adversario no ha penetrado la intencion, no acude al peligro, juega, y el distraido que perdia tiempo y piezas, ataca por el flanco descubierto, y con maligna sonrisa dice: «jaque mate.» Tiene razon, gritan todos, y ¿cómo no lo habiamos visto? y una cosa tan sencilla!.... pues es claro, perdió el tiempo para enfilar por aquel lado, abandonó una pieza para abrirse paso; acudió allí, no para defenderse sino para cerrar aquella salida; parece imposible que no lo hubiéramos advertido.»
Pero Blanca, con una resolución repentina, me arrastró fuertemente del brazo que me tenía asido y me sacó del descanso de la escalera en que nos habíamos detenido. Vaya, ¿qué tiene de particular? preguntó Blanca retirándose y mirando a la madre... ¿Tiene algo de malo lo que hemos hecho? y encogiéndose de hombros con un movimiento brusco, agregó con una carcajada: ¡Vamos a cenar!
Curiosidades de la ciudad. Habíamos andado hasta cerca de Santa-Elena, 210 kilómetros desde Madrid, y nos faltaban 218 para completar los 428 de la distancia entre Granada y Madrid. Pero ¡qué diferencia en el aspecto de las dos comarcas! Atras quedaba la raza goda, la sociedad castellana, genúina representante da la vieja España.
LINE. Te chuparás los dedos y pensarás: «Mi querida estaba en camisa. ¡Cuánto nos habíamos amado...! ¡Y este severo señor no sospecha nada...!» LIONEL. ¡Eres sádica...! LINE. Vamos a ver... ¡Ya deben ser cerca de las siete...! Tengo que vestirme... ¡Vuelve para acá el reloj de viaje...! Mira...
Véase la vida y muerte de S. Eulogio escrita por Paulo Alvaro. Habiamos pensado dar al lector un estrado de las piezas referentes á la causa formada al célebre inquisidor Luzero con motivo de sus sanguinarios escesos; pero nos vemos precisados á retirarlo por su escesivo volúmen.
El soldado hablaba entre sueños de los cien reales, como si no estuvieran sin remedio. Hízose hora de levantar. El ermitaño, receloso, se quedó en la cama. Pagó por nosotros, y salimos del pueblo para el puerto, enfadados del término del ermitaño y de ver que no le habíamos podido quitar el dinero.
Pero ahora que está en otras manos, ¿qué es lo que usted presupone? le dije, caminando siempre a su lado, porque ya habíamos salido de la ciudad e íbamos por ese ancho camino sucio que conduce al puente Mariano y continúa ascendiendo hacia las montañas, en una extensión de quince millas, hasta ese frondoso y bastante alegre punto de verano, bien conocido de todos los italianos y algunos ingleses, que se llama los Baños de Lucca.
A la mañana siguiente, con dinero que yo le presté, tomó el tren para Londres, y cuando volví a saber algo de él, fue por una carta en que me comunicaba que había pagado a mi orden al Banco del condado, en York, mil libras esterlinas, como habíamos convenido que sería la suma que me pagaría por mis informes.
15 Y sucedió que cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, Dios disipó el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su obra. 17 Los que edificaban en el muro, y los que llevaban cargas y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada.
Palabra del Dia
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